PARÍS. Recientes revelaciones sobre el gigante estadounidense ponen de nuevo sobre la mesa el tema de los datos personales en internet. Durante nueve horas al día, equipos de Amazon, que trabajan en todo el mundo, de Boston a Costa Rica, pasando por India o Rumania, escuchan miles de audios captados por Alexa, el asistente virtual de Amazon, a través de los altavoces Echo. Estas informaciones fueron reveladas por dos empleados en Bucarest a la agencia Bloomberg. Estas escuchas humanas no aparecen mencionadas de forma explícita en las condiciones de uso y venta de Amazon, que solo menciona grabaciones cuya finalidad es “mejorar la experiencia”.
Varias ofertas de trabajo de “analista de datos” en Bucarest estaban el viernes en la plataforma en línea “Amazon Jobs” .
Otra oferta, para ser “responsable de calidad” , también en Rumania, afirma que Alexa, “escucha cada día a miles de personas hablando de diferentes temas (...) y necesita nuestra ayuda para dar sentido” a estos audios. “Solo anotamos un número extremadamente bajo de interacciones procedentes de un conjunto aleatorio de clientes con tal de mejorar la experiencia de nuestros clientes”, reaccionó Amazon en una declaración enviado a la AFP .
“Los trabajadores no tienen acceso directo a informaciones que les permitirían identificar una persona o una cuenta”, asegura la empresa. En Europa, un reglamento sobre la protección de datos, en vigor desde mayo, limita normalmente la cantidad de datos transmitidos y da la posibilidad a los usuarios de recuperarlos y suprimirlos. En Google y Apple, que según Bloomberg también recurren a estas escuchas humanas, procesos aleatorios tienen normalmente que evitar que ninguna información personal sea transmitida en las grabaciones.
Amazon propone borrar estos ficheros pero no menciona la posibilidad de interrumpir la transmisión de grabaciones. “Las condiciones generales de uso están escritas por ejércitos de juristas, tienen por objetivo proteger a la empresa jurídicamente, no informar al consumidor” , advierte Caroline Lancelot-Miltgen, profesora e investigadora en Audencia, especialista en cuestiones de datos personales. “Son los consumidores los que tienen que decir basta. Pero ellos ven los beneficios inmediatos de estos objetos sin ser conscientes de los riesgos” , añade.
¿Tener un altavoz conectado sería como tener un micrófono en su casa? ¿Debemos pensar cada palabra que decimos cerca de un asistente virtual?
En principio, no. Los objetos conectados están configurados para activarse —y grabar— solo cuando se les solicita. Pero el asistente virtual puede confundir ciertos sonidos con la palabra clave que lo activa. Según la investigación de Bloomberg, que pone como ejemplos una mujer que canta en la ducha o un niño que llora, estas grabaciones involuntarias no son poco habituales. Dos personas interrogadas dijeron sin embargo que habían interceptado sonidos que podían indicar una agresión sexual. “La voz es un dato biométrico. El auténtico peligro es la usurpación de la identidad a través de la copia de la huella vocal. ¡No es ciencia ficción!” , asegura Rand Hindi, miembro del consejo nacional digital francés, y también fundador de Snips, una empresa que propone asistentes virtuales que funcionan sin internet. Según él, la posibilidad de constituir “una base de datos de voces que corresponden a todos los usuarios de Amazon fácil de confrontar con otra base de datos externa” es un peligro real.
La polémica sobre el uso de datos personales por parte de estos gigantes digitales ha hecho surgir otro tipo de asistentes alternativos, como Snips, que intentan aprovechar la desconfianza que generan los “GAFA” (Google, Apple, Facebook, Amazon) . El estadounidense Winston Privacy o el holandés Scalys proponen por ejemplo sistemas que vuelven seguras las comunicaciones con los objetos conectados. La empresa Smarte ha desarrollado por su parte un módulo capaz de bloquear los micrófonos de Amazon Echo. Estas iniciativas sin embargo son todavía muy minoritarias frente a estos colosos: los asistentes vocales de Amazon y Google concentran más del 60% del mercado mundial, según el gabinete Canalys.