A diferencia de la Tierra, estos astros no tienen día o noche, ni meses y años. Sin embargo, algunos científicos creen que podría haber billones y billones de ellos en la galaxia y que algunos podrían albergar formas de vida.
El descubrimiento de los nuevos planetas huérfanos se dio a conocer el pasado viernes, en un estudio científico prepublicado en arXiv.org, un día después del anuncio de una nueva cosecha de imágenes y datos de Euclid.
Estos planetas errantes, gigantes gaseosos con una masa al menos cuatro veces mayor a la de Júpiter, se descubrieron en la nebulosa de Orión, una región en la que se forman estrellas situada a unos 1.500 años luz de la Tierra.
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Y son solo “la punta del iceberg”, declaró a la AFP el astrónomo español Eduardo Martín, principal autor del estudio. Pero encontrarlos es como “buscar una aguja en un pajar”, explicó, ya que no reflejan la luz de una estrella cercana.
Los siete planetas observados por Euclid tenían la ventaja de ser bastante calientes, y por lo tanto de producir una radiación que facilitó su descubrimiento.
No tan solitarias
Euclid, lanzado al espacio el año pasado, también confirmó la existencia de decenas de planetas huérfanos más, que habían sido detectados anteriormente.
Investigaciones sugieren que por cada estrella habría unos veinte planetas errantes, que no pertenecerían a ningún sistema estelar. Esto significaría que habría trillones en la Vía Láctea, y un número incalculable en el universo.
El lanzamiento de Roman, el telescopio espacial de la NASA, en 2027 podría ayudar a precisar la cifra.
Estos mundos extraños despiertan en Gavin Coleman, astrónomo de la Universidad Queen Mary de Londres, un “sentimiento de asombro y misterio”.
El telescopio Euclid observó planetas binarios
“Todos crecimos con la visión del Sol en el cielo, lo que hace que sea fascinante pensar en un planeta que flota en el espacio sin estrella en el horizonte”, indicó a la AFP.
No obstante, algunas no están tan solas. De los más de 20 planetas huérfanos confirmados por Euclid, al menos cuatro serían planetas binarios, es decir que orbitan el uno junto al otro.
Según Eduardo Martín, “algunos de nuestros vecinos más cercanos son sin duda planetas huérfanos”.
Sin los rayos de un sol cercano, se cree que estos astros son extremadamente fríos y que tienen sin duda una superficie helada.
¿Formas de vida?
Por tanto, el calor necesario para mantener una forma de vida debería emanar de sus entrañas. Un buen ejemplo es Neptuno, gigante de hielo cuya temperatura de superficie proviene principalmente de la energía de su núcleo.
Pero incluso en las mejores condiciones Gavin Coleman estima que este aislamiento extremo solo permitiría formas de vida bacterianas o microbianas, como las que florecen en el fondo de los océanos terrestres cerca de eventos geotérmicos, en la más absoluta oscuridad.
Puede que esta existencia solitaria no sea tan nociva, ya que “la cercanía de una estrella tiene sus inconvenientes”, constató el coautor del estudio Christopher Conselice, profesor de astronomía extragaláctica en la Universidad británica de Mánchester.
Como el que le espera a la Tierra, que será calcinada o absorbida dentro de 7.600 millones de años por un Sol que se habrá convertido en una gigante roja.
El telescopio Euclid dio pistas de planetas huérfanos
Los planetas huérfanos no tienen esa preocupación. “Estos objetos vivirán por siempre”, afirmó Conselice a la AFP. “Si no te molestan las temperaturas heladas, allí puedes sobrevivir eternamente”.
El estudio realizado gracias a los datos de Euclid sugirió pistas sobre la formación de los planetas huérfanos.
Algunos podrían formarse en las fronteras de un sistema estelar antes de desprenderse para flotar en solitario. Pero el estudio predice que muchos de ellos aparecerían como “subproductos naturales” de la formación de estrellas, indicó Conselice.
Según el, podría existir “una conexión muy fuerte entre estrellas y planetas a través del proceso de su formación”.