La muestra 'Los cuadernos perdidos de Victor Horta', abierta hasta el 30 de mayo en Bruselas, presenta imágenes ficticias de hipotéticos edificios que Horta podría haber ideado, aunque, en realidad, todos los diseños expuestos han sido recreados mediante una IA que ha aprendido las características básicas de su estilo modernista.
A veces, las fotografías parecen tan fidedignas que la presidenta de la entidad Atabey que organiza la exposición, Yuni Fajardo, afirma en declaraciones a EFE que, entre el público más despistado, hay gente que cree que lo que ve son edificios que realmente existen en Bruselas, y preguntan dónde se encuentran, con ganas de visitarlos.
"El objetivo es que el público, que escucha hablar tanto de la IA, tenga algo tangible, algo que pueda ver hecho con IA y que vaya más allá de un artículo del diario", afirma Fajardo, en alusión al debate ético y político que en los últimos días ha generado el programa ChatGPT por las dudas sobre su transparencia.
Precisamente, para recrear las obras ficticias de Horta, los organizadores de la exposición tuvieron que recurrir a ChatGPT, capaz de producir textos muy realistas a alta velocidad, con el objetivo de establecer por escrito una descripción inicial del estilo del arquitecto para luego guiar la creación de imágenes.
Una vez obtenida esta descripción, traspasaron el texto al programa Midjourney, otra inteligencia artificial que genera imágenes, y a partir de aquí, basta con hacer algún retoque antes de proceder a su descarga final, según relata Fajardo.
"Hemos hecho lo que cualquier persona con acceso a un ordenador y que se interese un poco por la informática puede hacer. No hay que ser especialista para hacerle un pedido a la IA", remarca esta cubana afincada en Bélgica desde hace más de 15 años.
Sin embargo, el uso de la inteligencia artificial para crear nuevos diseños sí que plantea, según Fajardo, un complejo debate sobre los límites del arte y "la condición de artista" de las personas que, desde el teclado, manejan a la IA para obtener imágenes ficticias.
En esta exposición, un fotógrafo belga conocido bajo el pseudónimo Shango ha sido el encargado de darle a la inteligencia artificial las órdenes para que confeccione obras al estilo Horta.
Fajardo defiende que, en este caso, el fotógrafo ha desempeñado una función de "curador" y no de artista, ya que su tarea principal ha sido la de retocar y elegir, entre las más de 600 imágenes creadas por la IA, a las únicas 30 que finalmente han sido expuestas.
Los derechos de autor suponen otro punto controvertido del uso de la inteligencia artificial en el terreno artístico, ya que, por ejemplo, para diseñar un edificio como lo haría Horta, esta tecnología se nutre de contenidos existentes, confeccionados tanto por el propio arquitecto como por otros autores de carne y hueso.
"Si una persona reconoce su manera de dibujar en uno de estos bocetos, ¿puede reclamar algo? ¿Y si los reclama, a quién lo hace? ¿A la IA? ¿A los organizadores de la muestra? ¿A la persona que dio la orden para crear la imagen?", se pregunta Fajardo.
A su juicio, esto son "cuestiones éticas" que la exposición pretende trasladarle al público, aunque ella avisa que, desde la organización, también tienen muchas preguntas y pocas respuestas.
Lo que está claro, dice Fajardo, es que, de momento, la inteligencia artificial "no es infalible", porque, en la preparación de la muestra, les ha confeccionado edificios con escaleras que no llevaban a ningún lado, que se cruzaban o iban a parar a una pared.
"Hay cosas que la IA todavía no domina, y menos mal, pero ella se va perfeccionando", avisa Fajardo, tras haberlo comprobado en primera persona, ya que, una vez imprimidas las fotografías de la exposición, decidió probar cómo saldría una segunda tanda de imágenes, repitiendo la misma orden a la IA.
"Las fotografías eran las mismas, pero con una calidad completamente impresionante, y te sacaba nuevas cosas, mucho más perfectas de las que ya tenemos aquí", asegura.
En cualquier caso, el deseo de los organizadores es convertir esta exposición de Horta en un "laboratorio", y que el proyecto de resucitar a artistas vaya creciendo en función de la aceptación que el público le dé a la inteligencia artificial. Uno de los autores que ya tienen en la mirilla es el también arquitecto modernista Antoni Gaudí.