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Los comensales cogen ellos mismos los platos pedidos de una de las cuatro bandejas que se encuentran, por así decirlo, en el torso del robot. La máquina, cuya pantalla en la “cabeza” recuerda a un gato, dice obedientemente “gracias” y pasa a la siguiente mesa acompañado de una suave melodía.
En el sector de la restauración hay escasez de personal, lo que para algunos representa una oportunidad para introducir robots de servicio como una especie de ayudantes de camarero.
Según informa Jianming Wu, copropietario del restaurante de sushi “Nakoyashi”, el robot facilita el trabajo del personal: “Es solo un complemento, no un sustituto”, asevera. En la pantalla del robot, Wu teclea a qué mesa debe ir Miaomiao con la batería recién cargada. Un sistema de sensores evita los golpes, el robot lleva almacenadas las coordenadas del local y una salida de voz permite, por ejemplo, que la máquina de servicio cante el “Cumpleaños feliz”. “Nuestro robot nos ayuda mucho. También despierta fascinación y es, por supuesto, una atracción”, señala el gastrónomo.
De momento, el uso de este tipo de robots no está muy extendido en Alemania, afirma el ecónomo Valentin Weislämle, de la Universidad Estatal Dual de Baden-Wurtemberg. “Sin embargo, está claro que el número de dispositivos aumenta y que los robots de servicio ya no desaparecerán. En este sentido, se puede hablar de una tendencia”, señala el titular de la catédra de Administración de Empresas de Turismo, Hostelería y Restauración, y explica que la escasez de personal en el sector es un acelerador para su difusión.
“El factor decisivo es siempre el coste”, señala Weislämle, y explica que los robots de servicio para uso comercial cuestan como mínimo unos 10.000 euros y, dependiendo de las posibilidades digitales, mucho más, pero tienen la ventaja de que pueden utilizarse sin interrupción.
El docente explica que las máquinas podrían funcionar como dispositivos de transporte de vajilla, aceptar pedidos mediante reconocimiento de voz y entregar la comida en el lugar exacto, y en algunos casos también sustituir al personal.
Hasta ahora, la asociación alemana de restaurantes Dehoga solo conoce algunos pocos negocios que trabajan con robots de servicio en Alemania. Ingrid Hartges, directora general de la asociación, subraya: “No podemos confirmar que las empresas inviertan cada vez más en robots de servicio debido a la escasez de personal”.
Hartges señala que los robots pueden ayudar en la entrega y retirada de vajilla o comidas sencillas, pero que no pueden sustituir a los empleados reales: “No esperamos que los robots de servicio se adquieran de forma generalizada en nuestro sector como sustitutos del personal, aunque, por supuesto, al principio despiertan un gran entusiasmo entre los clientes”, afirma. Hartges opina que el contacto humano y una “atención cálida y competente” son indispensables.
En un restaurante de la región alemana de Renania del Norte-Wetfalia, la gente está entusiasmada con la nueva asistente, que allí se llama Bella. “El robot supera con creces nuestras expectativas”, afirma Rainer Bruns, dueño del local. Según Bruns, el “aspecto simpático, el diseño atractivo y la voz agradable” del robot han acabado con todas las reservas entre el público y el personal. El robot, prosigue, lleva cinco meses funcionando de forma fiable, sin fallos de software y con un “considerable valor añadido para nuestro personal”.
Bruns explica que Bella se encarga de transportar vajilla y puede llevar entre la cocina y el restaurante una carga de diez kilos en cada una de las cuatro grandes bandejas. De este modo, añade, el robot alivia al personal de servicio de parte o incluso de todo su impopular y agotador trabajo.
Bella no puede servir, y eso debe seguir en manos humanas, opina Bruns. En su restaurante, el robot lleva la comida a la mesa, pero el camarero la sirve. Una “situación en la que todos salen ganando”, asevera el gastrónomo, satisfecho. “Estamos convencidos de que Bella revolucionará el trabajo del camarero y lo hará más atractivo”, puntualiza.
En otra ciudad de la misma región, el robot se llama Layla y ayuda especialmente con los grupos grandes de comensales. Según los encargados del local, la máquina es un gran alivio: “Tenemos más tiempo para los clientes”, afirman. Sin embargo, acotan, no todos los visitantes están satisfechos y, aunque los robots llevan mucho tiempo utilizándose en muchos sectores, algunos clientes del sector gastronómico se mostraron escépticos.
En el restaurante de sushi “Nakoyashi” de Colonia, el robot es toda una atracción: “Es gracioso y atrae al público”, comenta uno de los comensales, y agrega: “Nunca nos ha traído algo equivocado a la mesa”. Su mujer añade: “Es divertido. Pero no venimos por el robot, sino por la buena comida”.