La robot tiene cara amable, dos sensores amarillos por ojos, torso ancho y una cintura de avispa que da paso abruptamente a una plataforma con cuatro grandes ruedas negras. En la parte trasera, lleva dos luces enormes, una roja y una azul, como las de los coches de policía.
Al Komy optó por los rasgos humanos para la mitad superior de su robot a petición de las personas consultadas en un hospital al que fue hace un tiempo a testear sus funciones: medir la fiebre, detectar si las personas llevan mascarillas, obtener muestras para el PCR, servir mesas y hasta sacar sangre.
En el laboratorio
Cira nació en abril en un laboratorio de una academia en la que Al Komy enseña programación y robótica a niños de entre 6 y 18 años en la ciudad de Tanta, al norte de El Cairo.
"Desde el principio de la COVID-19, quise hacer una solución integrada para el coronavirus desde mi experiencia en mecatrónica e ingeniería robótica. Quise ayudar a la gente, este robot fue hecho para toda la humanidad", explica a Efe el joven ingeniero, de 26 años.
La estructura de la robot, que funciona a base de inteligencia artificial y el internet de las cosas, fue impresa en 3D con un equipo construido por el propio Al Komy.
Pero hoy Cira es una versión muy mejorada de sí misma.
La segunda versión quedó lista hace aproximadamente un mes y, a diferencia de antes, es capaz de medir la temperatura de las personas a hasta 5 metros de distancia y tomar muestras para el PCR también de la nariz y no sólo de la boca.
La tercera y última versión será "el producto final", es decir, muchos robots, cada uno especializado en una de las funciones que la súper heroína Cira hace por sí sola con solo cambiar unos cables en su parte trasera.
El "padre" ya está en contacto con algunas compañías manufactureras e incluso con alguna oficina gubernamental, y aunque el número de casos de COVID-19 en Egipto cayó el sábado por debajo del centenar, el joven continúa mejorando la funciones de Cira consciente de que la pandemia va para largo.
"Si va por el camino de un negocio y consigue un patrocinador o compañía manufacturera, probaré cualquier robot desde este", explicó Al Komy, al agregar que de este modo una cafetería tendrá su propio modelo que sólo sirve mesas, un hospital contará con otro dedicado a tomar muestras o un aeropuerto, el suyo para tomar la fiebre.
Detalles técnicos
Actualmente, cada función requiere una pequeña adaptación técnica en la robot antes de cambiar a la siguiente acción.
Cuando está en modo detección de mascarilla y una persona se le pone delante, Cira reconoce enseguida si el humano lleva protección o no, y, de no ser así, le pide en árabe que se la ponga, para luego abrir la barrera que lleva incorporada a la izquierda y dejar pasar al cliente.
Si uno desea tomarse la fiebre, deberá colocarse en pie ante la robot para someterse a la cámara térmica que lleva colocada en el hombro. Cira es bastante escandalosa, si el individuo da más de lo normal, hará sonar una alarma a todo trapo.
"Le lleva 200 milisegundos tomar la temperatura", dice Al Komy.
En su función de servir en cafeterías, la humanoide puede ser controlada desde cualquier teléfono móvil o ordenador. Con sólo introducir su IP en el buscador, se la puede manejar con unos simples botones de dirección.
Además, con un bastoncillo adherido a una pequeña extremidad, toma muestras para el PCR de nariz y boca, a las que se acerca lentamente para evitar dañar al posible contagiado.
Para su creador, la misión más novedosa es la extracción de sangre, para lo que Cira se mueve de nuevo poco a poco, esta vez con una enorme aguja en otra extremidad. Hay hasta un reposa-brazos para el individuo, pero nadie se anima a hacer de conejillo de indias.
“Es seguro, pero necesita algunas mejoras. Será mas seguro que un humano, está hecho con ecuaciones robóticas”, comenta el ingeniero, y agrega que lleva una cámara incorporada para ayudar a buscar las venas al pinchar.