Con estas aplicaciones, se busca optimizar las complicadas estrategias para salir del confinamiento. En algunos casos, los gobiernos imponen su uso, como en Asia, y en otros, es voluntario. Con todo, el debate está servido entorno a la eficacia del sistema, la privacidad y el uso de los datos.
¿De qué se trata?
Los países tienen que escoger entre dos métodos: la tecnología de comunicación ‘Bluetooth’ entre aparatos electrónicos situados cerca, o la geolocalización (datos sobre los desplazamientos de un individuo), desaconsejada por la Unión Europea que estima que conllevaría “grandes problemas de seguridad y de respeto de la vida privada”, retomando el parecer del Comité Europeo de Protección de Datos.
- Una aplicación paneuropea (PEPP-PT) ha sido desarrollada por unos 130 científicos. Pero en Alemania es muy criticada porque está previsto que almacene los datos en un servidor central y se teme que los gobiernos recuperen estas informaciones personales con fines de vigilancia.
- Apple y Google ocupan un lugar central en estos debates, en la medida que tienen el control de dos grandes sistemas de explotación de smartphones en vigor (iOS y Android, respectivamente). Es imposible que teléfonos que pertenecen a estos dos universos se comuniquen sin el acuerdo de las empresas. Los dos gigantes tecnológicos van a proponer rápidamente la base de una aplicación de rastreo que los gobiernos podrán adaptar como quieran.
Singapur, pionero en la tecnología, resultado moderado
La aplicación “TraceTogether”, que utiliza el ‘Bluetooth’ para comunicar entre smartphones, fue lanzada el 20 de marzo. Es una iniciativa gubernamental, que no parece que haya suscitado debate sobre las cuestiones de vida privada, en un país donde la ley castiga severamente cualquier expresión de desacuerdo.
Según las cifras oficiales, la aplicación fue descargada por alrededor 1,1 millón de personas, es decir, cerca un quinto de la población, pero para ser eficaz, tendrían que descargarla tres cuartas partes, reconoció el ministro de Desarrollo Nacional, Lawrence Wong, citado por el diario Straits Times. Este es uno de los principales escollos con los que tendrán que lidiar los países que adopten estas aplicaciones.
En Europa, disparidad
Francia (“StopCovid”), Italia (“Immuni”) han optado por el ‘Bluetooth’ en vez de por la geolocalización.
Aunque la francesa StopCovid sería voluntaria, el proyecto causa polémica y la aplicación es criticada hasta dentro del partido gobernante por sus riesgos relacionados con la vida privada de los usuarios. El debate en la Asamblea sobre este asunto fue aplazado.
Esta opción de arquitectura centralizada trabaja conectando los teléfonos a un servidor central para verificar que el seudónimo del usuario no está en la lista de alias cruzados para una persona contagiada. Si el seudónimo está en una lista, la persona recibirá un mensaje de alerta.
Italia, no se ha fijado ninguna fecha oficial para la salida de “Immuni”: su desarrollo estaría atrasado por cuestiones sobre la privacidad. Para ser eficaz, un 60% de italianos (35 millones de personas) debe descargarse esta aplicación, estima Francesco Paolo Micozzi, encargado de cursos sobre tecnología digital de la Universidad de Perugia.
- El gobierno alemán decidió apoyar una aplicación de seguimiento que utiliza la tecnología desarrollada por Google y Apple, y abandona una solución nacional criticada por su fallo de protección de la vida privada.
Según el ministro alemán de Salud y el jefe del gabinete de la canciller Angela Merkel, Berlín prefiere una "arquitectura descentralizada" que permitiría almacenar los datos de los usuarios en sus propios teléfonos en lugar de una base de datos central.
- En Bélgica, no hay nada decidido. Se están estudiando dos hipótesis: una aplicación móvil de seguimiento de contactos que se descarga en los smartphones (de uso voluntario) y un método llamado "manual", con un centro de llamada encargado de contactar a todas las personas que han tenido trato con un enfermo de COVID-19.
- El Reino Unido estudia proyectos para desarrollar su propio sistema, que usa la tecnología 'Bluetooth'. Algunas voces han expresado su preocupación respecto a la privacidad, en especial por el hecho de que los británicos podrían ser obligados a compartir informaciones sobre sus desplazamientos.
- Por el contrario, en España no hay por ahora una aplicación para smartphones de seguimiento a través de 'Bluetooth'. Pero en este país descentralizado en 17 comunidades autónomas, hay al menos seis "apps" para teléfonos móviles en funcionamiento, dedicadas a clasificar casos sospechosos de coronavirus y su seguimiento, sobre todo para reducir el número de llamadas a las urgencias saturadas.
- Fuera de la UE, Suiza optó por un proyecto propio, distinto del PEPP-PT, que “responde mejor a las necesidades de Suiza en materia de protección máxima de la vida privada”, llamado DP-3T, basado en un protocolo ‘Bluetooth’ y al que la población podrá acceder a partir de mediados de mayo. El uso de la aplicación será facultativo y anónimo, en este país donde no hay realmente debates públicos sobre el tema.
Asia, más coerción
En China, se han lanzado varias aplicaciones estas últimas semanas: la del gobierno, la de la capital Pekín y las de otras colectividades locales. Estas producen códigos “verde” (ningún problema), “naranja” (obligación de cuarentena en casa) o “rojo” (obligación de cuarentena en un lugar centralizado, en general en un hotel). Pero los métodos difieren en función de las aplicaciones (informaciones provenientes de billetes de tren, de avión o resultados basados en la geolocalización). Estas herramientas no han generado debate público: el gobierno decide y la medida se aplica.
- En Corea del Sur, las personas que dan positivo y las confinadas -en su domicilio en centros implementados por el gobierno- deben descargar una aplicación móvil oficial que permita a las autoridades controlar sus desplazamientos en tiempo real. Quienes infrinjan estas reglas se enfrentan a un año de cárcel o una elevada multa.
- En Hong Kong, las autoridades utilizan brazaletes para seguir a cualquier persona que regrese a la ciudad desde el extranjero y ponerla en cuarentena durante 14 días. La pulsera está conectada a un teléfono por ‘Bluetooth’ o una aplicación que utiliza GPS o Wifi para rastrear los desplazamientos del individuo. El teléfono envía un mensaje de alarma a las autoridades si el brazalete y el dispositivo son separados, y el infractor puede ir a la cárcel o ser multado. Ha habido pocas críticas con respecto a la privacidad.
Estados Unidos, método a la antigua
En Estados Unidos --un país que vela por las libertades individuales y altamente descentralizado-- varias jurisdicciones, ciudades y estados, optan por contratar a miles de investigadores de salud pública que deberán llamar por teléfono a todos los casos confirmados de COVID-19, para establecer una lista de todas las personas que han pasado más de 15 minutos a menos de dos metros de distancia entre sí, y luego llamar a estos contactos para instarles a aislarse en cuarentena.
Massachusetts fue el primer estado que lanzó el programa, a principios de abril, y reclutó a miles de “contact tracers” (buscador de contactos). San Francisco también lo hace, a su nivel, y el estado de Nueva York lo está empezando a aplicar.
Australia, entusiasmo por “COVIDSafe”
Cerca de dos millones de australianos (de 25 millones de habitantes) instalaron la aplicación “COVIDSafe”, lanzada el domingo y que usa ‘Bluetooth’.
Ante las preocupaciones respecto a la seguridad, la privacidad y el uso de datos personales por parte del gobierno conservador --ampliamente debatidas en los medios australianos-- el ministro de Salud, Greg Hunt, afirmó que “COVIDSafe” no permite geolocalizar y que solo las autoridades sanitarias utilizarían los datos.