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“¡Vamos allá!”, dijo el autómata cuando el cohete Soyuz-2.1a comenzaba a despegar del cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) , repitiendo así la célebre frase que pronunció Yuri Gagarin cuando emprendió el 12 de abril de 1961 el primer viaje espacial de la historia.
Llamado oficialmente Fedor por sus siglas en inglés (Final Experimental Demonstration Object Research) , el robot fue rebautizado por la prensa del país como “Fiódor” por su similitud con ese nombre de pila ruso y, además, responde en las comunicaciones con la Tierra con el código Skybot-F850. “Fiódor” mide 180 centímetros y pesa 160 kilos, lo que obligó a reforzar la butaca en la que va instalado, ya que la de serie está calculada para un peso de 95 kilogramos.
Fue desarrollado en 2014 por encargo del Ministerio para Situaciones de Emergencia de Rusia con el propósito inicial de ser empleado en la evacuación de personas de zona afectadas por derrumbes, incendios, así como por contaminación química y radiactiva.
Para ello, al androide le enseñaron a subir y bajar escaleras, conducir vehículos y utilizar distintos tipos de herramientas. Sin embargo, en 2016 la Roscomos, la agencia espacial rusa, decidió enviarlo como “piloto de prueba” de la nueva nave espacial “Federatsia”, cuyo lanzamiento estaba previsto en un comienzo para 2021, pero que fue aplazado a 2022. Finalmente, a “Fiódor” se le asignó su actual misión: verificar los sistemas de seguridad del cohete Soyuz-2.1a, que será el único portador que utilizará Rusia para lanzar naves tripuladas al espacio a partir del próximo año.
Desde 2002 todos los lanzamientos de las naves tripuladas rusas se han efectuado con cohetes Soyuz-FG, que cuentan con un sistema de mando analógico de producción ucraniana. El último lanzamiento de una nave tripulada rusa con un Soyuz-FG está programado para el próximo 25 de septiembre.
El Soyuz-2.1a, dotado de un sistema de mando digital fabricado en Rusia, hasta ahora solo ha sido utilizado para poner en órbita satélites y carguero espaciales. El cambio de portador hace necesaria su certificación para naves tripuladas, en particular en lo que se refiere a la interacción del sistema de mando digital del cohete con el sistema analógico de salvamento que se activa en caso de un lanzamiento fallido.
Precisamente gracias a ese sistema el 11 de octubre de 2018 salvaron sus vidas los tres tripulantes de la Soyuz MS-10 tras la avería sufrida por el cohete portador cuando se hallaba a unos 50 kilómetros de altura.
“La primera parte de las pruebas de vuelo se llevó a cabo conforme al plan. Reuní, analicé y envié datos telemétricos sobre el funcionamiento del cohete portador y los sistemas de a abordo, las sobrecargas y el régimen de temperatura y humedad”, escribió el androide en su cuenta de Twitter.
Según un tocayo del androide, el cosmonauta ruso Fiódor Yurchijin, el único en actividad con el mismo nombre de pila, los resultados de las pruebas del robot en la EEI mostrarán la senda a seguir en la robótica nacional
“El análisis dará la respuesta a la pregunta más importante, a la de cuál es el camino que se debe tomar”, dijo el cosmonauta a la agencia oficial rusa RIA Nóvosti. En la EEI, a “Fiódor” le esperan sus actuales seis tripulantes; los rusos Alexéi Ovchinin y Alexandr Skvortsov, los estadounidenses Andrew Morgan, Nick Hague y Christina Koch, y el astronauta italiano de la Agencia Espacial Europea (ESA) Luca Parmitano.
La Estación Espacial Internacional, un proyecto de más de 150.000 millones de dólares (unos 135.300 millones de euros) en el que participan 16 naciones, actualmente está integrada por 15 módulos permanentes y orbita la Tierra a una distancia de 400 kilómetros y una velocidad de más de 27.000 kilómetros por hora.