Nuestro país como un centro regional de captación de inversiones para la industria, el comercio y los servicios no es mero sueño. Es absolutamente posible. Paraguay cuenta para tal propósito con los activos estratégicos suficientes que además pueden ser maximizados. Energía eléctrica, tierra, clima, gente joven. Sin embargo, la puesta en marcha de este tipo de centro regional no se debe a que los paraguayos no lo deseen, sino porque sus dirigentes son los que impiden ese gran salto cuántico que podemos llevar a cabo.
El endeudamiento llegará a fin de este año al 40 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), porcentaje que para los técnicos del pensamiento mainstream, el predominante a la fecha, no es un problema, como de hecho varios así se manifestaron cuando todavía era menor de lo que hoy se pronostica.
En la sede de la Cámara de Anunciantes del Paraguay (CAP), se realizó ayer viernes la firma del acuerdo marco de cooperación interinstitucional entre la CAP, el Centro de Regulación, Normas y Estudios de la Comunicación (Cerneco) y la Asociación Paraguaya de Agencias de Publicidad (APAP), en pos de la formalización de las actividades económicas y el impulso de políticas de sostenibilidad fiscal.
Si partimos de la premisa de que el Paraguay realmente les importa a las personas que compiten por el poder, entonces no debería ser descabellado pedir que las fuerzas políticas se pusieran de acuerdo en una pequeña agenda para salvaguardar grandes temas nacionales de aquí al final del mandato del actual Gobierno.
Paraguay es un país pequeño y mediterráneo. No contamos con altos recursos tecnológicos y con grandes inversiones de capitales. Durante demasiadas décadas se enseñoreo en su historia el autoritarismo. Perdimos muchas oportunidades para encontrar y seguir la senda del desarrollo.