La reforma de la función pública es otro de los grandes desafíos que deberá enfrentar el presidente electo, Santiago Peña (ANR-cartista), apenas asuma sus funciones. Hay más de 316.000 cargos en el presupuesto y el gasto salarial representa casi el 30% del total, cifras crecen cada año, devorando gran parte de los recursos tributarios.
El vicepresidente Hugo Velázquez anunció ayer que el Ejecutivo insistirá este año en el Congreso el estudio del proyecto de ley de de reforma del Servicio Civil, iniciativa que duerme en el Legislativo.
El ministro de Hacienda, Oscar Llamosas, señaló que para reducir el gasto público se debe avanzar en el proceso de reformas, según una nota de la cartera que informa sobre su participación en una conferencia llevada a cabo este viernes en Santa Rita, departamento de Alto Paraná.
En factor clave como cada martes tenemos nuestro espacio arquitectónicos, en esta ocasión, el Arquitecto Ricardo Giménez nos habla sobre la reforma del estado: el gasto público, impuestos y corrupción.
El año acaba con otro fracaso en la tan mentada “reforma del Estado”. El plan era mejorar el gasto público y el “servicio civil”, proceso que debía ser coordinado por el vicepresidente Hugo Velázquez. Fue una promesa a cambio de endeudar al país y mantener al funcionariado ocioso en pandemia, pero no se avanzó en casi nada.
Cumple 21 añitos la tan ansiada y mal llamada “Reforma del Estado”. Allá por el año 2000 — sobre todo para los más jóvenes — tuvimos una Secretaría que se encargaría de esta difícil misión que tuvo como titular al hoy ex Jefe de Gabinete Juan Ernesto Villamayor. Veníamos de una década difícil donde el satánico “Consenso de Washington” nos hacía ver como una mala palabra la participación privada en determinado servicios y fue así que todo terminó en un “blef” como muchos otros proyectos necesarios y hasta hoy postergados en nuestros sucesivos gobiernos.