Es de pública notoriedad que el narcotráfico mafioso ha echado raíces en el Paraguay, como lo han admitido incluso las más altas autoridades nacionales. La trágica cuestión sale a la luz, una y otra vez, cuando en uno de nuestros “puertos seguros” se incauta un cargamento de cocaína con destino a Europa o cuando lo mismo ocurre en Hamburgo o en Amberes con uno que ya ha sido exportado. También es evidente que el cultivo y la comercialización de la mundialmente famosa marihuana paraguaya sustenta a numerosas familias de agricultores del este y del sur de la Región Oriental. A todo ello se suma la producción y el consumo en gran escala del tan dañino crack, y los asesinatos entre jóvenes. En otras palabras, el narcotráfico no apunta solo a los mercados extranjeros. El Paraguay ya no es solo un “país de tránsito”.