El populismo es la tendencia política de defender al pueblo o el uso de medidas de gobierno populares con el objetivo de ganar la simpatía de la población. Sin dudas, se trata de una ideología que utilizan los partidos políticos, tanto de izquierda como de derecha.
El caballo de Troya fue un artilugio con forma de enorme caballo de madera que fue usado por los aqueos como una estrategia para introducirse en la ciudad fortificada de Troya. Tomado por los troyanos como un signo de su victoria, el caballo fue llevado dentro de los gigantescos muros, sin saber que en su interior se ocultaban varios soldados enemigos. Durante la noche, los guerreros salieron del caballo, mataron a los centinelas y abrieron las puertas de la ciudad para permitir la entrada del ejército aqueo, lo que provocó la caída definitiva de Troya.
Después de gobernar Alemania durante 16 años, se retiró Ángela Merkel con los más altos honores, no solamente simbolizados con los máximos tributos oficiales, sino mucho más importante, con el reconocimiento, el respeto y hasta el cariño de los ciudadanos, tanto de sus partidarios como de gran parte de sus detractores. Muchos políticos creen que el populismo es “políticamente rentable”, y por ello favorecen intereses sectoriales para congraciarse con determinados grupos de presión por encima del verdadero interés general. El caso Merkel demuestra, una vez más, que son aquellos que hacen firmemente lo que corresponde los que terminan ganándose un merecido lugar en la historia y en el corazón de sus pueblos.
LONDRES. ¿Qué hay detrás del resurgir del populismo? ¿Por qué muchos ciudadanos buscan la solución a sus problemas en líderes que ofrecen un discurso simple, divisivo y esencialista? La respuesta, a juicio de la pensadora británica Noreena Hertz, es que nos sentimos cada vez más solos, más alejados del vecino, de la comunidad, de las instituciones.
El Gobierno de Argentina, en manos del kirchnerismo, ha reaccionado al duro revés electoral que sufrió el oficialismo en las recientes elecciones primarias con una seguidilla de anuncios populistas, buscando ganar votos entre la gente más necesitada en las elecciones de noviembre.
La 76° Asamblea General de las Naciones Unidas cierra sin muchos sobresaltos y controversias. Vimos más de lo mismo. Hasta Nayib Bukele, presidente de El Salvador, que suele sorprender con su discurso milenial nos dejó colgados. También, el brasileño Jair Bolsonaro.