30 de octubre de 2024
Lo que viene ocurriendo con la cárcel de Tacumbú ya parece una tomadura de pelo. En verdad, desde hace décadas, el sistema carcelario está signado por la corrupción y la ineficiencia, sin que las sucesivas intervenciones ministeriales sirvan para depurarlo y, por ende, proteger a la sociedad, haciendo cumplir las resoluciones judiciales. Las reiteradas fugas, los sangrientos motines y los asesinatos encargados desde las veintiséis atestadas prisiones dan cuenta del descontrol reinante, debido tanto a la complicidad como a la corrupción y la ineptitud del personal penitenciario y de las autoridades competentes.