La parroquia quedó prácticamente destechada después del fuerte temporal que llegó a varias zonas de Central, donde Lambaré, Capiatá y partes de la capital fueron las más afectadas.
PILAR, Ñeembucú. El vicario episcopal de Ñeembucú, presbítero Bernardo Ríos, señaló que se ha respetado la cuarentena y la vida, pero que hay un sentimiento humano y cristiano de encontrarse en la misa, rezar juntos y compartir.
La crisis sanitaria trajo consigo, además del temor al contagio, la incertidumbre de la población, que de un día al otro, dejó de tener ingresos. Este duro golpe a la economía acarreó hambre en muchas familias, que hoy encuentran refugio en el buen corazón de grupos solidarios que se autogestionan para alimentar - con lo que no tienen - reviviendo a diario el milagro cristiano de la multiplicación.
En la madrugada de este domingo, malvivientes aprovecharon la celebración de los feligreses en honor a la Virgen de la Candelaria, en la ciudad de Capiatá, para ingresar a la casa parroquial, cercana a la parroquia, y rapiñar el lugar. Llevaron dinero en efectivo y la memoria de la cámara de circuito cerrado.
Esta noche, a las 19:00, se realizará una misa en la parroquia San Pedro y San Pablo, ubicada en las calles Capitán Cañiza y Celsa Speratti (cerca del club River Plate) del barrio Mburicaó de Asunción, durante la cual se bendecirán varias mejoras en el edificio, que está en su etapa de terminación.
Los malvivientes que violentaron la parroquia San Francisco de Asís se llevaron cálices valuados en G. 1,5 millones cada uno. Pero para los religiosos, el golpe más fuerte fue “emocional”, ya que se atacó el sagrario, “que para nosotros es algo central”.