Sobre la paradoja de esos debates que son en realidad antidebates o meros simulacros de debates que finalmente impiden debatir.
Sobre las formas del odio socialmente aceptado, y fomentado desde los espacios de formación de consenso. A propósito de dos episodios que acaban de suceder en estos días.
La Guerra Grande no solo proyectó su sombra sobre el futuro sino que cambió el pasado, sostiene Montserrat Álvarez en este artículo.
En Paraguay, perdidos entre el conservadorismo liberal del grueso de los académicos –que pecan del peor nacionalismo, el de las naciones históricamente opresoras de la región– y el nacionalismo rabioso de una historiografía de derecha que ha salpicado gran parte de lo que se autodenomina izquierda, recordar, como lo hace este necesario artículo del historiador Ronald León Núñez, que el endiosamiento de los héroes nacionales nunca ha sido inocente, es un deber.
Los incendios masivos en varios puntos del mapa mundial revelan en este momento una batalla de ideas donde la defensa de la Amazonia en tanto patrimonio humano y pulmón del planeta tropieza con el nacionalismo de un gobierno como el de Jair Bolsonaro, que no comprende que proteger la selva tropical pueda ser un asunto de interés global y lo rechaza en nombre de valores como la soberanía patria. Contra esos valores escribe Montserrat Álvarez.
¿Tienen miedo de nombrar al verdadero enemigo, que está en su país? Dejen de disfrazarlo con gentilicios: lo que se llama «izquierda nacionalista» solo es una izquierda demasiado cobarde para ser realmente izquierda, sostiene Montserrat Álvarez en este artículo.