BARCELONA. Una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y en la que participaron expertos del Centro Helmholtz de Investigación Ambiental, en Leipzig (Alemania), logró detallar cómo las bolsitas de té comerciales basadas en polímeros (macromoléculas compuestas por una o varias unidades químicas) liberan en la infusión millones de nano y microplásticos.
Microplásticos se han encontrado en lugares recónditos del planeta, como el Círculo Polar Ártico o el Everest, pero también en el estómago de tiburones o pingüinos y en heces humanas y placenta. Ahora, un estudio demuestra por primera vez que también pueden hallarse en el torrente sanguíneo de personas.
Los microplásticos no están presentes solo en muchos alimentos, sino también en los cosméticos. Estas pequeñas partecitas de plástico incluidas en peelings y geles de ducha supuestamente ayudan a remover las capas más viejas de la piel.
Un equipo de investigadores halló por primera vez microplásticos en las entrañas de minicrustáceos que viven a 11 km de profundidad, lo que demuestra que ningún ecosistema marino se libra de este tipo de contaminación.