Una reflexión sobre el desproporcionado poder mágico que se atribuye a la palabra en un mundo dominado por el analfabetismo funcional.
Estuve leyendo estos días las quejas surgidas a causa del nivel cultural de algunos miembros del Congreso y me parece evidente que ellos no pueden leer bien en castellano, ni expresarse correctamente.
Desde el MEC se distribuirán libros de cuentos en castellano y guaraní que los alumnos podrán llevar a sus casas para leer y luego trabajar su contenido en las clases. La propuesta, para promover la lectura, es de la futura viceministra de Educación Básica, María Gloria Pereira. Elegirán obras ricas en valores humanos y que ayuden a desarrollar la imaginación, detalló. Espera “que se ponga de moda leer”.
En medio de señales preocupantes de imposición de un poder casi absoluto del partido gobernante, sin contrapeso notorio, el presidente electo, Santiago Peña, buriló su gabinete con ciertos nombramientos alentadores. Entre ellos, el del ministro de Educación, que expuso sus prioridades: comprensión lectora y matemáticas.
Se memora hoy el Día del Libro Paraguayo en recordación de Ruy Díaz de Guzmán que el 25 de junio de 1662 terminó de escribir “Anales del descubrimiento, población y conquistas del Río de la Plata”, más conocido como “La Argentina”. Fue el primer libro escrito por un paraguayo.
En una hermosa librería de Buenos Aires, estaba exhibido un señalador de libros muy llamativo: Una cartulina de color vistoso cubierto con una funda plástica transparente, con la imagen de un burrito y el sugerente texto “Si no leo, me aburro”. La explícita intencionalidad del texto impreso en este práctico elemento, más la añadidura de la clara connotación de la imagen del simpático animal, hacían imposible no comprarlo; cabe señalar que fue recibido con alegría y muy apreciado por la persona a quien lo obsequié, quien luego de varios años –ajado y algo desteñido- lo conserva aún.