El primer signo, el primer milagro de Jesús, de acuerdo con el evangelista Juan, se dio en las bodas de Cana de Galilea.
Celebramos en este domingo la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, y así encerramos el año litúrgico. El domingo siguiente empezaremos un nuevo año litúrgico, con el Adviento.
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó qué mandamiento era el primero de todos. Seguramente, porque él se sentía confundido en el enmarañado de los 613 mandamientos de su ley, en donde 365 (uno por cada día del año) sostenían que “no” se debía hacer tal cosa, y otros 248 afirmaban que “si” era para practicar otra cosa.
Un hombre se acercó a Jesús y le preguntó qué tendría que hacer para heredar la vida eterna. La pregunta en sí misma ya revela una creencia en la vida eterna, es decir, estamos en esta tierra de paso, como peregrinos y administradores, que manejan cosas de modo transitorio, en búsqueda de lo definitivo.
Retomamos el evangelista Marcos, del capítulo 7 al 13, y lo vamos a seguir hasta el 17 de noviembre.
Esta es la cuarta parte del discurso sobre el Pan de vida, y Jesús afirma: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él”.