17 de noviembre de 2024
Quizás para algunos no sea un monto elevado pagar G. 700.000 por un cursillo de ingreso en la UNA, pero para el campesino que quiere que su hijo acceda a la universidad es una cantidad de dinero difícil de juntar. Por esta razón, Elisa Marecos (19) y Santiago Ros (20) forman parte de un grupo de estudiantes que luchan para que el día de mañana todas las personas puedan acceder a una educación superior, sin ser discriminadas por su baja situación económica.