1 de mayo de 2025
Durante los meses de mayo y junio de 1912, Jack London publicó en varias entregas una de las primeras ficciones distópicas postapocalípticas aparecidas en la literatura del siglo XX. Ambientada en un mundo salvaje y devastado, la historia comienza en 2073, sesenta años después de la propagación de una pandemia incontrolable que exterminó a la mayor parte de la población humana y produjo el derrumbe de la civilización.
No existen hechos, solo representaciones, no somos quienes creemos, la vida es un montón de cuentos proyectados contra una pantalla borrosa llena de ruido y de furia. Comienza el 2020 sin Mr. Robot, la serie que nos acompañó durante la segunda mitad de la década y que se ha despedido con el año que acaba de terminar.
Noomi Rapace se multiplica por siete en un thriller futurista. El escenario es distópico: en el 2043 hay una explosión demográfica, cada 4 días nace un millón de personas, en 50 años la población se duplica, Sudamérica es declarada zona de desastre debido al calentamiento global… Y, en especial, hay demasiada gente y muy poca comida. Sobre esta película conversan Miguel y el Tío Gervasio en su columna de hoy. Un espacio de encuentro y diálogo entre la producción cinematográfica y la realidad social.
¿Qué deseos haríamos «realidad» si controláramos totalmente nuestro entorno? se pregunta Rubén Varillas mientras nos lleva de paseo por los simulacros de Baudrillard, la distopía de los Wachowski y el mito edénico de Adán y Eva. Desde España, en exclusiva para nuestros lectores del Suplemento Cultural.