A pesar de las buenas intenciones de los padres, la actitud de sobreproteger a sus hijos evitando que sufran frustraciones, cometan errores o enfrenten dificultades como si fueran ‘máquinas quitanieves’ que despejan el camino, puede ser un freno a su desarrollo y afectarles negativamente, según especialistas.
¿Qué padres no aspiran a que sus hijos se conviertan en personalidades fuertes y seguras de sí mismas? Sin embargo, no se trata de algo sencillo, sino de una importante tarea educativa. Pero, ¿cómo pueden alcanzar los padres esta meta?
El estilo de crianza es la construcción relacional que representa los comportamientos, actitudes, gestos, mensajes verbales y paraverbales de los progenitores hacia los hijos y las estrategias comunicacionales o técnicas y tácticas que utilizan en lo que ellos creen que deben hacer para hacer crecer a sus hijos. Este grado de influenciabilidad conductual en guiar, enseñar, aconsejar y todo lo que implica criar a los hijos, muestra comportamientos conscientes y voluntarios como involuntarios.
¡Cuánta responsabilidad implica el asumir la parentalidad! Cuantas ilusiones crean en los padres y madres, tantas que proyectan en los hijos los deseos de bienestar y de que puedan desarrollar una vida de felicidad. Aunque no son pocas las veces que los padres depositan en los hijos aquellos deseos no concluidos por ellos mismos, aquellos fracasos en los intentos de consolidarse, por ejemplo, profesionalmente. Es entonces donde presionan -tanto explícita como implícitamente- a los chicos para que estudien aquellas profesiones que ellos no pudieron concluir.
Ya antes de que tu hijo nazca oirás consejos y recomendaciones de todo tipo. En el curso pre-parto te dirán algunas, en las revistas especializadas, otras.
“Me invade un auténtico pavor a medida que se acerca su hora de dormir: ‘Aquí vamos de nuevo’”. Eso dijo un papá en nuestra oficina de terapia familiar para describir el espectáculo que montaba su hijo antes de irse a la cama.