Las diputadas opositoras Dalia Estigarribia y Johanna Ortega presentaron un proyecto de ley que busca la erradicación de la forma de explotación infantil conocida como “criadazgo”, con sanciones de hasta ocho años de prisión y el establecimiento de mecanismos de prevención.
Ciudadanos de Vaquería y miembros de la articulación "Ni una Carolina más", que hoy se manifestaron en la localidad donde falleció la adolescente, anunciaron que no se detendrán hasta lograr que Ramona Melgarejo, tutora de la niña, sea también imputada.
Un espectro recorre Paraguay: el de Carolina Marín, la niña de catorce años asesinada a golpes hace unos días. Poco más de una década atrás, cuando tenía tres años de edad, en la ciudad de Vaquería, del departamento de Caaguazú, el matrimonio formado por el militar retirado Tomás Ferreira y la docente y funcionaria del registro civil Ramona Melgarejo la había adoptado como «criadita». Tarde, consumado ya el crimen, a lo largo de esta última semana diversos vecinos han declarado que era un secreto a voces que solían golpearla y que escuchaban con frecuencia gritos tras los altos muros de la residencia familiar. Pero nadie hizo una denuncia. Tal vez si alguien la hubiera hecho Carolina Marín no habría muerto de un politraumatismo; tal vez no hubiera estado tan indefensa y tan sola frente a los golpes de su tutor y patrón, que el pasado miércoles 20 terminaron con su vida.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) manifestó ayer su pesar por la muerte de una niña de 14 años que realizaba tareas domésticas en una casa en el distrito de Vaquería, Caaguazú. Confía en que las autoridades correspondientes investigarán el hecho y aplicarán la ley.
El sistema de promoción y protección de niños no está funcionando correctamente, opinó José María Orué Rolandi, exministro de la Niñez y Adolescencia, en relación al caso de la adolescente que murió tras recibir golpes del marido de su tutora.
No era la primera vez que Carolina Marín recibía una golpiza de su tutor, pero sería la última. La crueldad con la que la que Tomás Ferreira la atacó, la llevó hasta el límite del dolor, y al final de una vida que apenas comenzaba.