El ministro del Interior, Enrique Riera, puso al estrés como responsable de que algunos oficiales tengan que sostener dos familias al mismo tiempo, lo cual hace que no les alcance el salario. Frente a esta situación, la corrupción se apodera con mayor facilidad de los policías, indicó.
El Día Internacional contra la Corrupción se celebra cada año el 9 de diciembre. Esta fecha fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en octubre de 2003 para sensibilizar a las naciones sobre los efectos negativos que la corrupción tiene en el desarrollo de la sociedad. Dante Leguizamón, representante de la organización Codehupy asegura que hay un avance con la visibilización pero las sentencias son mínimas.
Tristemente, la “corrupción desenfrenada” que sufre el Paraguay es un hecho muy difícil de negar, no porque lo diga Estados Unidos, sino por lo que experimentan a diario y perciben los propios paraguayos, tal como, por ejemplo, ha insistido la Iglesia católica en estas celebraciones de Caacupé, o como queda reflejado en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, que se realiza sobre la base de encuestas entre expertos y personas de negocios en el país. Durante la administración anterior, por lo menos, hubo algunos esperanzadores casos emblemáticos que hicieron pensar en un paulatino cambio de tendencia. Desde que asumió Santiago Peña, lo que se observa es todo lo contrario. El Departamento de Estado divulgó un análisis dirigido a ciudadanos e inversionistas estadounidenses titulado “Informes sobre el clima de inversión 2024: Paraguay”, en el que señala que, a pesar del crecimiento económico en los últimos años, la corrupción “desenfrenada” y la impunidad siguen siendo los mayores obstáculos para el desarrollo y para la confianza en el Estado de derecho.
Mientras la ciudadanía celebraba la proclamación de la guarania como Patrimonio Inmaterial Universal de la Humanidad, el Gobierno recibía un mazazo del “aliado” Tío Sam, por la corrupción “desenfrenada” que existe. La corrupción, patrimonio material de la barbaridad, la fomentan y la apañan los gobiernos de ayer y de hoy. No necesitamos que nos lo digan desde afuera.
El Paraguay no tiene una religión oficial, pero el hecho de que casi el 90% de sus habitantes se declare católico hace que la palabra de la Iglesia que los congrega sea trascendente, sobre todo la emitida en el marco de la festividad de la Virgen de Caacupé, ocasión en que sus pastores se explayan sobre los anhelos y las inquietudes sociales. Surge así un variopinto cuadro del estado general de la nación, que debería incitar a gobernantes y a gobernados a asumir actitudes que respondan al bien común, corrigiendo lo que haya que corregir para forjar un país mejor para todos. Importa, pues, resumir aquí las alocuciones de unos clérigos que conocen de cerca la realidad en que ejercen su ministerio.
Este martes, el Ejecutivo promulgó la Ley “que establece el régimen nacional de integridad, transparencia y prevención de la corrupción”, que busca una supuesta política nacional para el “combate a la corrupción”. El contralor general de la República, Camilo Benítez, sienta postura al respecto y explica los puntos principales.