Los trozos de madera son descortezados y luego reducidos a astillas en los astilladores de cada fábrica. Dichas astillas son transportadas a través de correas a reactores, denominados digestores. En ese sitio se cuece con soda cáustica, sulfato sódico y carbonato cálcico, a 200 grados centígrados y alta presión para reducir los trozos a una pulpa, en una solución de licor blanco compuesto por hidróxido de sodio y sulfuro de sodio. Esta operación permite disolver gran parte de la lignina que une a las fibras de madera, liberando así dichas fibras. Después de la cocción, se separan los gases sulfúricos para ser tratados (generalmente son incinerados), y el resto de la mezcla es filtrado por diferentes mecanismos para retirar los trozos que no se han degradado durante la cocción.