En el primer intento conseguí la entrevista. Me pasó la mano con amabilidad pero me llamó la atención que no se levantara, como se acostumbra en estos casos. Enseguida me dí cuenta de que estaba parado. Detrás de él sobresalía un enorme cuadro con la imagen del general Bernardino Caballero en cuyos ojos parecía dibujarse una pícara sonrisa.
“El Parque Caballero ofrece paisajes de raro encanto. La fresca brisa del río corre por sus rumorosas avenidas. Un cafetal se ensangrenta de frutos en los otoños. Árboles de yerba mate forman montículos artificiales. Los fuertes lapachos de flores rosadas y amarillas nacen a lo largo de las rutas. El agua duerme en los estanques y canta en las cascadas, mientras algún pájaro hierático y zancudo medita en sus orillas”.
El Panteón de los Héroes, como cada año, fue escenario de entregas florales y discursos ante los restos de su fundador, Bernardino Caballero, y la ausencia del oficialismo.
El populoso barrio Bernardino Caballero, más conocido como Kambala, se encuentra sumido en basura acumulada y abandonado por el sistema de recolección. Los vecinos urgen una solución a la problemática, pues tienen residuos de por lo menos un mes acumulados, justo en coincidencia con las festividades por los 485 años de Asunción.
Existen numerosos personajes que forman parte de la construcción de la historia del Paraguay, cuyos nombres se entremezclan con un pasado que, muchas veces, presentó difíciles circunstancias que afrontar, razón por la cual sus biografías presentan luces y sobras. Sin dudas, uno de esos nombres es el del general Bernardino Caballero. A 183 años de su nacimiento, recorremos un poco su biografía.