TEGUCIGALPA. El Gobierno de Honduras y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe -CAF- firmaron este lunes en Tegucigalpa cuatro préstamos por 350 millones de dólares para programas sociales en materia de infraestructura, apoyo financiero a caficultores, mipymes e igualdad de género.
Paraguay y los demás países de Latinoamérica tienen potencial para la producción de energía “limpia, barata y estable”, sostiene el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe - CAF. El organismo multilateral prevé presentar hoy su reporte de economía y desarrollo, que este año se denomina “Energías renovadas: Transición energética justa para el desarrollo sostenible”.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 9 de las Naciones Unidas estipula que la articulación entre el desarrollo industrial, la infraestructura y la innovación tiene la capacidad de promover el crecimiento económico, aumentar la productividad y multiplicar la creación de empleo en los diferentes países del mundo. Y plantea además que esa transformación debe ir de la mano de una industrialización que sea inclusiva y sostenible, con infraestructuras resilientes y una innovación accesible para todos que impacte de manera positiva en el medio ambiente.
En esta última entrega de los principales temas presentados y analizados durante el año 2023, se comparte otra arista abordada sobre la imperiosa necesidad de reformar la Caja Fiscal.
Tal como pasa con la sostenibilidad ambiental y el crecimiento económico, persiste una falsa dicotomía entre cultura y economía: se tiende a pensar que la cultura debe ser protegida de un enemigo, el mercado, y que el dinero que se use para eso debe darse por perdido. Como si Hollywood, el pop surcoreano, las series turcas o la industria multinacional de los videojuegos no fueran negocios culturales que mueven cada año millones de millones de dólares, y que involucran tanto innovación como antiguas formas culturales, tanto atractivo global como contenidos de raigambre local.
El cambio climático impactará fuertemente a los países en desarrollo, que presentan mayores índices de vulnerabilidad y sufren en mayor medida los impactos de los fenómenos extremos en sus infraestructuras, bosques, costas y agricultura. Ante esta situación, es vital acelerar las medidas de adaptación y de gestión de riesgos de desastres. América Latina y el Caribe tiene algunos casos de éxito en este ámbito que pueden convertirse en referencia global.