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Los niños son siempre los principales protagonistas de los pesebres vivientes realizados en esta época. Con entusiasmo y alegría entonan los villancicos frente a su público, mientras los padres toman fotos para el recuerdo.
Todo ocurría de manera normal en este pesebre, hasta que una traviesa ovejita decide arrullar al Niño Jesús. Captando la atención de todos los otros niños, mece al muñeco en sus brazos, hasta que la "Virgen María" lo nota y ocurre lo siguiente:
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