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La imagen de una persona entregando un ramo de flores amarillas en la primavera se ha vuelto icónica, gracias en gran parte a la popular telenovela argentina “Floricienta”. La canción y la trama, centradas en el anhelo de la protagonista por recibir una flor amarilla como símbolo de amor, contribuyeron a popularizar esta costumbre. Sin embargo, el vínculo entre las flores amarillas y la primavera es mucho más antiguo y profundo, arraigado en simbolismos y tradiciones que trascienden las fronteras y las épocas.
En la cultura popular, las flores amarillas han sido utilizadas como un recurso narrativo y simbólico en diversas obras. Películas como “El Gran Pez” nos muestran cómo un simple ramo de flores puede ser un catalizador de emociones y conexiones humanas, pero en el filme lo amplifican de forma estupenda para enfatizar el gesto romántico del protagonista hacia su amada.
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La serie “Gilmore Girls” también exploró el lenguaje de las flores, utilizando los margaritas como un símbolo de amistad y alegría además del amor. En la música, canciones como “Yellow” de Coldplay han inmortalizado el color amarillo como una metáfora de la felicidad y el amor.
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Van Gogh también las amó
Vincent van Gogh, el célebre pintor postimpresionista, dejó una huella imborrable en el mundo del arte gracias a su paleta de colores vibrantes y su pincelada expresiva. Entre sus obras más reconocidas, destacan sus cuadros de flores amarillas, creados principalmente durante su estancia en Arles, Francia, entre 1888 y 1889. En esta etapa de su vida, atravesando un período de gran creatividad y agitación emocional, Van Gogh encontró en el color amarillo una fuente de luz y esperanza.
El amarillo, para Van Gogh, era mucho más que un simple color; era un símbolo de vida, energía y espiritualidad. Lo asociaba con el sol, la fe y la felicidad. Sus girasoles, en particular, se convirtieron en un icono del arte, representando la belleza efímera de la naturaleza y la intensidad de sus emociones. Obras como “Jarrón con catorce girasoles” y “Los girasoles” son un testimonio de su obsesión por este color y su capacidad para transmitir una sensación de calor y luminosidad. A través de sus pinturas de flores amarillas, Van Gogh no solo buscaba representar la belleza del mundo natural, sino también expresar sus propios sentimientos y conectar con los demás a través de un lenguaje universal.
¿Por qué se regalan flores amarillas en primavera?
Pero ¿por qué las flores amarillas están tan asociadas con la primavera y el amor? El color amarillo evoca la luz del sol, la energía y la alegría, emociones que se intensifican durante esta estación. Además, las flores amarillas suelen ser las primeras en florecer después del invierno, simbolizando así el renacimiento y la esperanza. En el lenguaje de las flores, el amarillo se asocia a la amistad, la alegría y un amor joven y apasionado. Por eso, regalar un ramo de flores amarillas en primavera es una manera de expresar afecto, admiración y buenos deseos.