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La Cámara de Diputados sumó el pasado miércoles cinco nuevas comisiones, haciendo un total de 36, que representa poco menos de la mitad de miembros de la Cámara (80) que, salvo honrosas excepciones, no se destacan por su responsabilidad y productividad.
Según datos oficiales de la Cámara Baja, hay comisiones sumamente improductivas, como la de Agricultura y Ganadería, que en todo el año pasado apenas emitió cinco dictámenes.
Poco más arriba le siguen las de Asuntos Migratorios y Desarrollo; y la de Defensa de los Derechos de las Personas con Discapacidad, cada una con apenas seis dictámenes en todo el primer periodo legislativo julio 2023-2024.
La mayoría de los diputados no solo rabonean en las sesiones ordinarias de los miércoles, donde hace semanas no pueden siquiera agotar el orden del día por falta de quorum. También lo hacen en las comisiones.
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Por ejemplo, la comisión de Energía y Minería registra un promedio de ausentismo de 44,50%; la de Relaciones Exteriores del 40,38%, pero las más altas son la de Presupuesto, con 53,41% y la de Obras Públicas y Comunicaciones con 63,65% de miembros ausentes, que se anotan pero no participan.
Conste que, a diferencia del “ciudadano común”, los legisladores básicamente están “obligados” a asistir apenas dos días a la semana, los martes que son días habituales de reunión de comisiones, y los miércoles, día de sesión ordinaria.
Cámara de Diputados, una bomba de tiempo
La Cámara de Diputados, que tiene 1.536 funcionarios (con los 50 nuevos que entrarán por concurso) físicamente ya no tiene espacio para acoger nuevas oficinas de comisiones, habiendo ocupado incluso el pasillo del subsuelo para instalar una enfermería.
Las situación no es solo aberrante porque entre dichos funcionarios se encuentran campantes la mayoría de “nepobabies” de los legisladores, sino también alarmante por el hacinamiento.
En las dos últimas semanas se registraron dos principios de incendio en Diputados, más un derrumbe hace una par de meses, haciendo de la sede una bomba de tiempo.