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- ¿Cuál es su análisis de esta crisis que mantuvo en vilo a la ciudadanía esta semana?
- En el proceso de selección para mi designación posterior como ministro de Corte, uno de los ejes de mi propuesta ha sido precisamente el tema penitenciario. Ahora me ratifico en lo que dije. El Estado tiene que encontrar la manera de recuperar soberanía en las cárceles. Las cárceles se han convertido en mesa de trabajo del crimen organizado. Esto que vimos ahora es una expresión dramática de esa crisis estructural permanente y de esa pérdida de soberanía del Estado en los centros carcelarios.
- Después de esta experiencia estamos descubriendo que ese control está enraizado...
- Extraerlo de raíz es muy complejo, primero porque no es un problema solo de Paraguay. Este es un problema que atraviesa toda América Latina, eso en primer lugar. En segundo lugar, no es una cuestión solamente de los centros penitenciarios. Según la medición que había hecho la Universidad Nacional de Pilar, hace tres años, la sensación de inseguridad llegaba prácticamente al 99%, o sea, altísima; es la sensación de inseguridad en el Paraguay. Es decir, los paraguayos se sienten muy inseguros, lo que refleja la tremenda debilidad del Estado...
- Pasa lo que pasó y enseguida la gente piensa en (el presidente salvadoreño) Bukele. ¿Necesitamos un Bukele?
- En El Salvador (Centroamérica), realmente las cárceles y las calles fueron tomadas por las famosas pandillas llamadas Maras. Entonces apareció Bukele y dijo: “Yo tengo la solución”. Pero el método de Bukele viola los derechos humanos, los principios básicos de un Estado constitucional de derecho...
- Pero los salvadoreños le apoyan...
- Los hizo sentir seguros en su integridad física y en su vida. Es posible que un sector importante de la ciudadanía ya venga diciendo: “necesitamos un Bukele”.
- En Ecuador, los enfrentamientos en las cárceles forzaron prácticamente la caída del Gobierno...
- En Ecuador hasta mataron a un candidato a Presidente de la República. Estaban detenidas siete personas como responsables del asesinato...
- Unos colombianos...
- ¿Qué pasó hace unos días? Las siete personas fueron asesinadas en la cárcel. Imagínese. Obviamente que esto genera una legítima reacción de la ciudadanía en el sentido de: “Primero mi seguridad, primero mi vida”. Entonces, si viene alguien y me dice: “Mirá, yo te garantizo tu seguridad, tu vida pero necesito tener las manos libres, necesito hacer una serie de cosas que claramente contradicen la Constitución y la democracia”, y fíjese, la reacción primaria, instintiva, legítima de todos los ciudadanos es primero preservar la vida. No importa el método.
- El Gobierno tiene la opción de usar la violencia. El Presidente dijo haber elegido “el precio de la paz”. ¿Eso significa darle más poder a los delincuentes?
- En este caso concreto no sé qué implica. Eso, me imagino que el Presidente va a explicar en algún momento. Nadie quiere violencia, nadie quiere masacre, nadie quiere que se atente en contra de lo básico que es la vida pero no hay que perder de vista que el Estado es el único autorizado a ejercer legítimamente la violencia. Hay que hacer una diferenciación. De repente, uno en una situación dramática de crisis, para salvaguardar vidas humanas, de repente puede hacer concesiones. Ahora, eso no puede ser algo permanente. Ahora, lo que necesitamos es que el Estado paraguayo se decida a recuperar la soberanía en los centros penitenciarios de este país. No me refiero únicamente al Ejecutivo. Aquí estamos todos comprometidos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial y los organismos auxiliares como el Ministerio Público, la Policía, etcétera. Necesitamos una política de Estado para recuperar el control, que el crimen organizado deje de usar las cárceles como una especie de campo de reclutamiento de sus futuros soldados y devolverle la tranquilidad a la ciudadanía.
- Hoy las cárceles están divididas en clanes: el Clan Rotela en Tacumbú, el PCC en San Pedro y así...
- Sabemos cómo están hoy y dónde opera el Clan Rotela, donde el PCC... Mire, con el corazón en la mano le digo: no podemos seguir mirando para otro lado. ¿Acaso nadie más se acuerda de cómo se ponían a jugar los criminales como pelotas pateando las cabezas decapitadas de sus víctimas (en San Pedro)? Después coordinadamente mataron creo que a tres porque parece que no cumplieron las órdenes de la organización, y así sucesivamente. Esto que pasó en Tacumbú sabemos perfectamente que esas organizaciones tienen la posibilidad de replicar en cualquiera de los centros penitenciarios. Yo pregunto: ¿Es razonable que sigamos mirando para otro lado?
- Entre las reivindicaciones que reclaman los criminales está el regreso de los presos a Tacumbú, y Tacumbú está con el doble de su capacidad...
- Todos sabemos que Tacumbú está rebasado. Por eso es que hay que tener una plataforma interinstitucional. ¿Vamos a seguir mezclando a los miembros del crimen organizado con personas que cometen delitos menores, gente que no forma parte de las organizaciones?
- Hoy se mezclan y terminan reclutados...
- Bueno, ¿eso vamos a seguir permitiendo? ¿Qué vamos a hacer con las nuevas cárceles? Esto de haber distribuido a los miembros del Clan Rotela, a los del PCC a distintas cárceles del país ha sido una medida realmente absurda. Refleja una ignorancia absoluta de la situación. ¿Cómo va a distribuir así? Eso es promover la metástasis de un proceso cancerígeno en el cuerpo humano. Los miembros de estas organizaciones deben estar en cárceles de máxima seguridad sin mezclarse con el resto de la población penitenciaria.
- ¿Es “el precio de la paz”?
- Es que no estamos viviendo en paz. La gente se siente más insegura y esa sensación se construye a partir de estos acontecimientos dramáticos que observamos y vivimos. ¿Quién se va a sentir seguro en estas condiciones?
- Pero también hay una sensación de complicidad en los que deben dar seguridad...
- Claaro. Sabemos que hay corrupción institucional desde hace tiempo. Tampoco es para imputar a un solo gobierno o a una sola institución pública, pero está ahí. ¿Se da cuenta cómo la corrupción puede matar y generar graves crisis institucionales en los países?
- El Ejecutivo dice: “Bueno, nosotros administramos las cárceles pero los presos vienen del Poder Judicial”
- Es cierto. Pero el Poder Judicial también envía muchisima gente a la cárcel porque el Parlamento modificó el Código Procesal Penal y prácticamente redujo la posibilidad de otorgar medidas alternativas. Entonces los jueces no tienen otra opción que remitir gente a la cárcel porque si no hace, incumple la ley y termina siendo destituido...
- El caso del Policía que escapó de Tacumbú, por ejemplo, uno de los orígenes de la crisis. ¿Qué hacía ahí si hay una cárcel para policías (en la Agrupación Especializada) ¿Lo mandaron directamente a la muerte?
- Y eso demuestra una actuación fuera de todo criterio. Ese evento nos demuestra dramáticamente la profundidad de la crisis que estamos viviendo.
- Esto empezó con las advertencias alocadas de (ministro de Justicia, Angel) Barchini cuando dijo públicamente que entrar a dominar Tacumbú va a costar vidas humanas. ¿Tiene que irse por bruto, por inepto?
- Si yo estuviera en otra función, no hubiera tenido problemas en hacer una evaluación de las declaraciones del ministro, pero como soy ministro de Corte tenemos reglas que cumplir y no podemos estar emitiendo opiniones sobre cuestiones eminentemente políticas. Aquí lo más importante es que estamos ante una grave crisis estructural que nos pone en peligro a todos y que nos obliga a ocuparnos seriamente del tema. Es una verdad irrefutable: el Estado ha perdido el control supremo que debe ejercer sobre los centros penitenciarios. Hay que decidirse a abordar en serio el tema a partir de un abordaje interinstitucional, interdisciplinario, dentro del marco de la Constitución y avanzar en las soluciones que nos permitan superar definitivamente el problema. Ya es una cuestión de Estado y como tal hay que abordarlo...
- Este penal que tenemos a 15 cuadras del centro de Asunción se está convirtiendo en un polvorín que atenta contra la seguridad nacional. Nadie está seguro.
- Es un problema enorme. No sé en qué quedó ese proyecto de construir cárceles en el Chaco. Yo estoy de acuerdo en suprimir Tacumbú pero ¿dónde se instalan? No hay pueblo que quiera un penal con el peligro de que ocurran cosas como las que vimos. Acá la prioridad es recuperar el control, lo que se llama su “Imperium” sobre el tema...
- ¿Es posible que los guardiacárceles están más al servicio de los presos que de la autoridad como dicen?
- Lo más fácil es decir que los guardiacárceles son todos unos corruptos cuando estamos hablando de organizaciones sumamente poderosas que están logrando torcer el brazo nada menos que al Estado. ¡Qué tanto puede hacer un pobre hombre haciendo de guardiacárcel en estas condiciones!
- Si la autoridad no toma el toro por las astas, con seguridad aparecerá el candidato que va a decir: “Yo puedo” ponerle el cascabel al gato, y le van a votar...
- No tengo la más mínima duda. Hay un análisis muy interesante. Leí en el diario El País de España. Decía lo siguiente: en América Latina cuando cayeron las dictaduras todos estábamos contentos con la democracia porque la democracia era un bien en sí mismo. Bueno, pero pasó esa etapa. Ahora la democracia debe ser una herramienta de solución de los problemas ciudadanos. Si no logra eso, obviamente va a perder legitimidad, prestigio y va a aparecer un candidato de las características que usted está mencionando y bueno, la gente lo va a acompañar.
- ¿Usted estaría de acuerdo con desmantelar Tacumbú?
- Sería una medida radical pero hay que analizar la factibilidad, la facticidad, las aristas del tema. Este es un asunto delicadisimo que afecta la vida de todos los paraguayos...
- Los presos reclaman que entren más presos. ¿Qué puede hacer la Corte?
- Si el Ministerio de Justicia dice: “Señores, no remitan más presos a Tacumbú”, el Poder Judicial eso cumple. Pero aún así, aunque traigamos profesionales con phd de (la Universidad de) Harvard, ¿qué podemos hacer si la cárcel está en poder del crimen organizado?
- El cardenal (Adalberto Martínez) fue llegando alarmado a Tacumbú aquella noche, preocupado seguramente por un desenlace que pudo haber terminado en masacre. ¿Cuál es el paso que hay que dar ahora?
- Lo ideal es que el Estado recupere la soberanía en los centros penitenciarios, que ese proceso de recuperación tenga cero en términos de costos de vida y que devuelva la tranquilidad y que los internos realmente estén ahí para un proceso de resocialización, de inserción en la sociedad que es lo que persigue la Constitución. Esa es la idea.
- Estamos lejos de que eso ocurra...
- Y sí, estamos en este momento a años luz de ese ideal y con un proceso que tiende más bien a agravar el deterioro. Estamos a tiempo de reaccionar.
- ¿Cómo ve a la Corte Suprema de Justicia alguien que antes fue crítico desde la tribuna política?
- La Corte está en proceso de cambio. Es mucho más transparente, con procesos mucho más públicos. Hay que entender que la Corte Suprema en todo el mundo es una institución conservadora, muy lenta con los cambios. Eso es porque está pensado para dotar estabilidad al establecimiento, a la consolidación del orden. En lo personal, tengo que reconocer que el cambio (del Legislativo al Judicial) me volvió menos apasionado, porque la actividad política apasiona mucho, pero esta es otra función que me vuelve un poco más cerebral....