“El mal seguirá reinando mientras los corruptos sigan al frente de las instituciones”, expresa obispo de Caacupé

Caacupé es una romería de gente en estos días, en vísperas de la festividad de la Virgen de los Milagros, en coincidencia con el fin de la pandemia. Monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé, resalta el rebrotar de la fe. En esta entrevista explica que la festividad es la ocasión ideal para lanzar mensajes con relación a los temas de interés nacional. En ese sentido, advierte que la corrupción destruye a la nación y que todavía persiste la tentación de querer usar la justicia para provecho propio, como ocurrió hace poco con ABC debido a una investigación periodística contra una funcionaria de Gobierno.

Monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé.
Monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé.Gentileza

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- ¿Hasta en Taiwán se va la imagen de la Virgen?

- Tenemos devotos en Argentina, en Brasil, en Estados Unidos, Alaska, California, en Madrid, Barcelona. En España en general es impresionante, Francia, Italia, en fin, donde haya un paraguayo en el mundo allí se manifiesta la devoción por la Virgen de los Milagros de Caacupé, sobre todo en estos días de la fiesta patronal. El viernes vino el intendente de Clorinda, el jueves vino la Virgen de Itatí para estar presente durante la misa para regresar después a su sede. Es una hermandad que se conjuga a través de la fe. Vienen los residentes de Buenos Aires. Le traen a la Virgen de Luján para compartir. Vienen de Mato Grosso, hay devotos venezolanos, ecuatorianos. Hay paraguayos en Sidney en Australia. Nos mandan sus fotos y videos del culto que hacen. La novedad es la comunidad de paraguayos en Taiwán. El embajador se va a encargar de llevar una imagen de la Virgen. Es increíble el entusiasmo que tienen los que están fuera del país.

- ¿La gente se vuelca a la Iglesia después de tanto aislamiento por la pandemia?

- Una tregua siempre calibra el estado de ánimo y sobre todo la fe. La pandemia, tenemos que reconocer, desanimó mucho. Muchos abandonaron, se dejaron estar, se distanciaron de la Iglesia. Mucha gente pasó situaciones muy difíciles. Nos prohibían acercarnos a ellos. Pero pasó la pandemia y la fe nos mueve también a nosotros a salir un poco para reanimar y fortalecer a los que superaron la prueba y están caminando a pesar del dolor, del sufrimiento después de sufrir la pérdida de sus seres queridos. Hoy estamos reactivando con mucha fuerza para poder fortalecer nuevamente la fe. Estamos viendo un rebrotar. Es impresionante la cantidad de jóvenes que se mueven, la Legión de María se movilizó con una cantidad que no esperábamos, más de 500 personas.

- ¿Qué va a buscar tanta gente a Caacupé, qué quiere?

- La fe es la que nos mueve a los paraguayos. Hay gente que mira de reojo, indiferentes pero a quienes les llama la atención tanto movimiento. Ellos observan con curiosidad y se preguntan para qué la gente viene a Caacupé. Muchos vienen para rezar por los seres queridos que perdieron, cerca de 16.000 fallecidos por el covid. Están aquellos que se curaron milagrosamente. Vienen para agradecerle a Dios y agradecerle a la Virgen. Luego están aquellos que vieron pasar por delante de su casa la pandemia y que consideraron una bendición de Dios que el covid haya pasado de largo. Además están aquellas personas que perdieron su casa, sus vehículos, empeñaron sus bienes por lo costoso de la enfermedad y que pudieron encontrar una solución a sus problemas económicos. Están los que encontraron trabajo, los que se reencontraron con familiares después de muchos años de separación física y los que vienen a pedir sanación por otras enfermedades. Encuentran una razón para venir y decir: “Gracias, Madrecita, por regalarme, por darme una oportunidad, por salvarme, por protegerme...”, por la razón que sea.

- ¿El milagro se produce realmente? ¿Hay testimonios de eso?

- Por supuesto. Yo le puedo asegurar con certeza. Hay gente que se encomienda. Pide y se cura. Una pareja de Mato Grosso vino en estos días a agradecer a la Virgen porque la señora se curó de cáncer completamente. Un matrimonio vino de Lima, Perú a agradecerle a la Virgen. La señora estuvo muy mal de salud. Son testimonios que emocionan. De paraguayos ni hablemos. Hay testimonios de mayores, de jóvenes, de criaturas.

- La tradición no se abandona. Los ritos se repiten cada año. El Papa dice que la tradición no debe detenerse en el tradicionalismo: “o crece o se marchita...”.

- El Papa tiene muchísima razón. Juan Pablo II nos había dicho en el 94 que el Paraguay se parece mucho a Polonia. Tiene mucha religiosidad y mucha tradición y religiosidad popular. “¡Purifíquenla! Es una herramienta muy poderosa que no hay que perder”, decía. El papa Francisco también está en esa onda. Al papa Francisco le impresiona el compromiso que tenemos nosotros, de sostenerle a la familia con la Virgen de los Milagros de Caacupé. Él ve cómo le mantiene con vida a la familia paraguaya. Cuando era arzobispo de Buenos Aires solía recorrer y entraba a almorzar en casa de paraguayos. En todas las casas estaba la imagen de su Santo pero nunca faltaba la imagen de la Virgen de Caacupé. Los paraguayos le explicaban que la Virgen era la que mantenía unida a la familia, la que ayudaba a sobreponerse de las duras pruebas que enfrentamos a diario. Francisco solía decir a sus compatriotas: “si ustedes quieren saber qué es lo que significa tener fe, háganse amigo de un paraguayo y lo sabrán!”.

- El Papa dice que la tradición debe ir de abajo hacia arriba, en vertical. La otra dirección es el retroceso, dice. ¿Qué quiere decir?

- Quiere decir que no hay que caer en la rutina. La rutina mata, ahoga. No hay que perder la raíz porque de esa forma se muere todo el resto. Cuántos siglos tiene la elección del Papa a través de un cónclave. Se conoce la elección del Papa por la comunicación a través del humo blanco. Es tan antigua que marca una tradición tan fiel, tan leal que si se le da un hachazo de repente, toda esa raíz se muere.

- En cada festividad de Caacupé, los mensajes de los obispos en la novena siempre se enfoca hacia los temas nacionales. ¿Surte efecto cuando aparece una voz fuerte de la Iglesia para remarcar sobre los abusos, la corrupción, la impunidad?

- Yo creo que sí. Ya Jesús había dicho: el sembrador fue a sembrar un día y cuando se fue a dormir a la siesta vino el demonio y sembró cizaña. Después de un tiempo el sembrador se dio cuenta. Entonces, ¿qué hay que hacer? Hay que tener paciencia porque si se quiere quitar la cizaña se corre el riesgo de destruir el pimpollo del trigo. Hay que hacer un trabajo paciente, permanente, lleva su tiempo la lucha entre el bien y el mal. Siempre está presente. Jesús tenía 12 apóstoles. Estaba el pretencioso, el ambicioso, aquel que se sentía cobarde al momento de la prueba como Pedro. “No conozco a ese hombre”, dijo por Jesús. Estaba Judas que con el dinero lo traicionó. Es decir, hasta el último suspiro vamos a tener el mal muy cerca como Jesús lo tuvo. Pero “no hay amor más grande que dar la vida por los demás”, decía. No nos tenemos que cansar de insistir.

- ¿Qué se siente estar al frente del Obispado de Caacupé? Este sábado celebró con usted monseñor Claudio Giménez, su predecesor. Fue muy aplaudido. La gente no se olvida de monseñor (Ismael) Rolón que también era de Caacupé, monseñor (Demetrio) Aquino, cada cual con sus mensajes duros, sin importar la época.

- El que está al frente de Caacupé sabe que es el lugar más alto del observatorio del Paraguay. Es una inmensa responsabilidad llegar a todo el país desde Caacupé. Es un púlpito sumamente exigente y que debe dar respuesta a la inquietud popular. Se sabe que los mensajes no van a caer bien muchas veces a la gente que está en el poder político. Así fue con monseñor Ismael Rolón, con monseñor (Demetrio) Aquino que sabía decir las cosas; lo mismo con monseñor Claudio. Cuántas veces causó hasta malestar lo que decía. No sé si a mí me habrá afectado también pero me siento responsable de dar un mensaje de orientación destinado a colaborar para levantar el país. Tenemos que trabajar para dar dignidad a nuestro pueblo, para sentirnos todos como hijos de Dios.

- Este fue un año de contrastes en ese sentido en los temas nacionales. Se develó toda esa red de corrupción que terminó con la condena de González Daher. El Gobierno de Estados Unidos declaró significativamente corruptos a dos importantes exponentes del Gobierno y la política. En estos días se pide la renuncia del presidente de la Corte.

- Dice el profeta Isaías que cuando la corrupción toca el fondo, todo se cae. Tenemos que trabajar un poco más para colocar las cosas en su lugar. Es cierto que muchas veces no nos animamos tanto porque nuestras familias en estos momentos están siendo atacadas también. El desánimo es tan grande y profundo pero tenemos que levantarlo. Cuando la familia está unida eso da fortaleza y se puede combatir mejor la corrupción. Pero en este momento cuesta un poco. Yo tengo fe en que vamos a salir adelante. Después de la pandemia vemos cada vez más jóvenes interesados en participar de la recomposición moral del país. Veo un profundo sentimiento patriótico. Tenemos aires nuevos, horizontes nuevos. Yo creo que vamos a ir saliendo de esto. Tenemos que tener un poco de paciencia. El mal siempre va a caer, va a terminar y va a empezar una etapa nueva. El paraguayo es combativo.

- El presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos estuvo esta semana por Asunción. Dejó bien claro que la justicia no puede ser instrumentada para callar las denuncias de corrupción, como hizo hace poco un juez que castigó a ABC y su periodista por poner en duda la conducta de una funcionaria, justo una que manejaba el dinero de los contribuyentes...

- Estas injusticias se dan y se van a seguir dando y no hay que desistir por eso. Ya Cicerón decía que la corrupción destruye una nación. A Santo Tomás Moro le costó la cabeza su prédica a favor del cumplimiento de la ley, por hacer justicia. En cada sala de juicio (en el Poder Judicial), hay una leyenda que dice: “la justicia es igual para todos”. Eso le da fuerzas al que entra y lee eso. Todavía sin duda está esa tentación de querer usar la justicia para provecho propio, para alguna causa particular. Y cuando se comete injusticias corre riesgo la estructura institucional. Hay que trabajar duro para que las instituciones funcionen en el país. Como dice el salmo: “Justicia y derechos sostienen el Trono de Dios”. Dios, como juez justo, tenemos que imitarlo también y hacer justicia como debe ser.

- El caso del asesinato del fiscal Marcelo Pecci retrata en forma cruda cómo se inficionó el crimen organizado en la estructura del Estado. En el Paraguay no hay todavía detenidos.

- Es cierto. En Colombia se hizo una buena investigación que dio con los culpables materiales. Tenemos que aprender un poco de ellos. Es una pena. Deberíamos tener nosotros algún resultado positivo ya rápidamente pero seguimos atrasados en muchas cosas .

- Y bueno, la indiferencia que campea. Estamos próximos a las elecciones y pululan candidatos de dudosos antecedentes, especialmente en el partido Colorado. ¿Qué propone para que la gente tome conciencia y no vote más por lo mismo?

- La participación de la gente es muy importante para ir en la dirección de lo que el pueblo está queriendo. La gente tiene que ir a votar por candidatos honestos. Hay que mirar a los candidatos moralmente aceptables. Hay que tener valor, hay que tener ánimo, hay que elegir. Tenemos el compromiso de asumir nuestra responsabilidad personal para reconstruir la nación.

- El Papa dijo que la corrupción es más grande que el pecado. ¿Tanto es así?

- Sí, por supuesto. Ser corrupto significa estar en connivencia con el mal y que el mal va a seguir reinando mientras los corruptos continúen al frente de las instituciones. Al corrupto no le importa seguir haciendo daño. El pecado sin embargo se puede cometer pero uno se arrepiente y puede comenzar de nuevo, cambiar el rumbo de su vida. Es diferente.

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