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-Llamó la atención que el nuevo cardenal, monseñor Adalberto Martínez, hizo su primera misa en San Felipe, su parroquia, cuando volvió del Vaticano...
-El hecho de que venga un miembro eminente de la Iglesia, con influencia en la Iglesia universal, es para la sociedad nuestra un acontecimiento de primer orden. Que haya querido hacer su primer acto oficial en un barrio excluido, ocultado, postergado y sujeto de tantas injusticias y derechos humanos conculcados, es todo un mensaje.
-Les encuentra en un momento en que el barrio va a quedar prácticamente sepultado...
- En el Bañado Tacumbú estamos trabajando por un barrio nuevo. Aquí hay 300 hectáreas, gran parte son lagunas que se proyecta mejorar. Nos vamos a mudar a unos 500 metros de donde estamos, a una altura de 5 metros en un área de 66 hectáreas. Una parte se está levantando a 5 metros de altura, 66 hectáreas. Vamos a mudarnos 3.000 familias y la parroquia San Felipe y Santiago en un sitio que ya no será inundable nunca.
-Debe ser un proyecto muy grande...
-Es muy grande, y lo más importante es que esto se produce con gran protagonismo de la comunidad. Después de la mudanza van a quedar libres más de 100 hectáreas, a merced del Gobierno y la Municipalidad.
-Se asocia mucho el Bañado a la delincuencia, a la drogadicción, a guarida de malvivientes...
-De ninguna forma es así. Esa es una imagen justificadora de una situación absolutamente injusta e inaceptable. Puede ser guarida de pequeños delincuentes que son víctimas de un sistema, así como se puede decir también que Luque era la guarida de González Daher. Luque no tiene la culpa pero sí que era una guarida en serio, porque ese señor sí que era un delincuente en serio (ironiza). En todo caso tendríamos que identificar dónde están las guaridas más importantes del Paraguay.
-No es así, entonces...
-No es así. En el Bañado Tacumbú tenemos 39 organizaciones. Hace 7 años trabajamos juntos y unidos por un barrio con mayor dignidad y sin inundaciones. Estamos oleros, pescadores, clubes deportivos, comisiones vecinales, 4 Iglesias evangélicas, la Iglesia Católica, boys scouts... Nos sentamos a la mesa 120 miembros para analizar la marcha de nuestros proyectos y tenemos mucha fuerza para negociar con el Gobierno y con las empresas que están construyendo la Costanera Sur. Varias veces paramos las cosas que nos parecen que van mal porque el barrio está unido.
-Se ve mucha pobreza...
-Necesitamos cambios estructurales para vencer a la pobreza como dijo el cardenal en su homilía el domingo pasado, y es eso que todos esperamos de los políticos que hoy día están en campaña electoral. No se solucionan las cosas con asistencialismo. No conduce a nada. Para los cambios de verdad necesitamos primero líderes honestos.
-¿Cómo se mantiene la concordia en un barrio pobre donde se supone que ante la menor tentación la gente va adonde mejor pagan para vender su conciencia?
-Todo es fruto de mucho trabajo. Son 30 años de trabajo sin que haya asistencialismo. Este trabajo privilegia la formación y promoción de las familias apuntando al cambio de estructuras. Hoy tenemos más de 200 líderes, en su mayoría mujeres, muchos con carrera universitaria, con militancia en el trabajo social. Hoy tenemos una activa relación con el Gobierno, con el BID, con diferentes instituciones que están involucradas en este proyecto de Franja Costera Sur y en el nuevo barrio Bañado Tacumbú. El objetivo no es solo terminar con la inundación. Vamos más allá. Apuntamos a promover el trabajo, centros educativos y de salud para una mejor calidad de vida, todo con activa participación social. Estamos capacitando a 2.500 personas para trabajar en plomería, electricidad y otras profesiones que servirán para instalar el nuevo barrio.
-¿Cuántas familias son?
-En 2017 éramos 2.500. Hoy estamos cerca de las 3.000 y 11.000 habitantes. La zona que vamos a abandonar es muy buena. Es la más cercana al río. Maravillas se pueden hacer ahí: parques, zonas deportivas, un mercado de abasto. Dependerá de los políticos.
-¿Serán capaces de meter más gente en tiempo de elecciones?
-Ojalá que no lo destinen a otro nuevo Bañado Tacumbú. Estos bañados sirven para muchas cosas. Dan para una solución vial de primer orden, para hacer un trabajo social de primer orden y para hacer inversiones privadas también que pueden servir para toda la ciudadanía.
-¿Acaso no podríamos ver una nueva Miami, una ciudad que nació también de un refulado de los pantanales a principios del siglo XX y que hoy es una de las más importantes de Estados Unidos?
-Lo que único que puedo decir es que es muy difícil un trabajo comunitario común entre las instituciones públicas y la sociedad civil, y más difícil aún entre una institución pública y sociedad civil pobre. Aún así creo que hemos avanzado muchísimo en 7 años. La gente ha comprendido que solo juntos podemos hacerlo. Separados no se puede...
-¿No se complica un poco con la presión de los políticos que vienen a buscar votos?
-En este momento el proyecto ya está delineado y en marcha, el financiamiento también. La población también está empoderada. Yo no creo que tenga repercusión esa presión en este momento por esos factores.
-La realidad es que la plata corre...
Claro, nadie va a rechazar un 100.000, un 200.000... Hay gente que no come. Nadie sabe lo que es la pobreza si no se vive acá. En este barrio por lo menos, no gana el partido de Gobierno, por ejemplo. Desde hace 20 años vienen ganando las alternativas...
-Pero se dice también que los políticos prefieren que los pobres sigan siendo pobres para secuestrar sus votos
- Eso está clarísimo, que continúen siendo pobres y sobre todo ignorantes, sobre todo sin conciencia crítica. Por eso es que debemos estar organizados, tener formación y ser críticos. Es difícil despegarse de una cultura de la dictadura que ha arrasado con todo durante 40 años.
-En un foro de más de 2.000 inversionistas, el presidente del BID dijo esta semana que Paraguay es el mejor lugar de la región para invertir por su situación macroeconómica privilegiada. ¿Qué dice?
-Es relativo. Si es una economía inficionada por la corrupción desde sus entrañas, entonces no creo que sea tan ideal para invertir. Si es una economía que solo beneficia al 15 o 20% de gente con buena posición económica en desmedro del 60% de excluidos, para mí que no podemos hablar de un crecimiento interesante. Puede ser interesante para la inversión porque las leyes laborales, el costo del factor trabajo, etc. es muy bajo. Entonces se puede explotar al trabajador sin ningún problema. En ese sentido, claro, para el capitalista es una tierra fértil para ganar plata. Yo entiendo que la economía no es solo ganar plata. Está para ganar plata y para hacer que la sociedad funcione dignamente, ambas cosas a la vez. Lo que hay que preguntarse es: ¿hay menos pobres en Paraguay después de 10 años de inversiones? No hay. Al contrario, hay más pobres. Bueno, eso no es desarrollo. Habría que darle otro nombre pero no desarrollo humano. Entonces, todo depende de con qué criterio se miden las cosas. Para el inversionista puede que esté servida la mesa. Pero las tierras, la producción del Paraguay tienen que estar servidas para todos, no solo para los privilegiados.
-¿Usted cree que la cultura de los habitantes del Bañado va a cambiar cuando suban arriba a sus nuevas viviendas?
-Ya está cambiando. El hecho de que 39 organizaciones estemos federadas en una sola; el hecho de que 100 personas, desde la punta del Bañado hasta 3 km más lejos, y que organizaciones diferentes estemos sentados para abordar los problemas, eso ya es un cambio de cultura. El hecho de que acá no había liderazgos y que ahora hay mucha gente que realmente tiene conciencia y está trabajando y animando estas organizaciones, creo que es un cambio de cultura. Yo no pienso que el cambio de cultura se dé por el hecho de que subimos arriba y no nos inundamos más. Eso nos quita un problema muy grande pero no es el más grande. El más grande es la pobreza. Mi sueño es seguir contribuyendo a que cambiemos eso, de una cultura de exclusión a una cultura de ciudadanos con todas las letras, sujetos de su propio desarrollo. Yo suelo decir que los bañados son cementerios de los derechos humanos. Si existe el derecho a la libertad, derecho al trabajo, a la salud, a la alimentación, a la vivienda. Acá se ve que todo eso no existe. El cambio es un proceso muy lento.
-¿Las cifras oficiales de pobreza no responden a la realidad?
-Para nada. Las cifras de pobreza y de empleo no responden para nada a la realidad. Trabajo es tener ingreso seguro, derechos garantizados, condiciones de trabajo. Vender empanada no es trabajo. Reciclaje, hurgar en la basura que es lo más horrible que hay, no es trabajo. Eso el pobre crea para sobrevivir. No es lo mismo que una señora venda yuyos en la esquina que otra que tiene un almacén que le da para sobrevivir y para ganar, para sostener a su familia. La pobreza no solo está en los bañados. Está en los asentamientos urbanos que están por todas partes y que son una vergüenza. Está en los problemas campesinos sin resolver desde hace décadas. A ellos se suman los 100.000 indígenas, un problema tan pequeño que el Gobierno no es capaz de arreglar...
-¿Dónde hay que apretar la clavija para que el Estado encaje su presupuesto para aliviar el problema de la pobreza?
-Hay dos condiciones básicas. El Estado tiene que tener dinero para poder invertir. Con el sistema impositivo débil que existe no es posible asistir a los pobres. Si además, el Estado es corrupto, menos todavía. Entonces, hay dos temas de base. Uno, el Gobierno debe implementar un sistema impositivo justo, adecuado a las necesidades de este país, que haya una clase social, política, clase dirigente medianamente honesta. Sin esas dos variables es imposible caminar. Yo no soy optimista. Por eso estoy convencido que hay que sembrar en las bases. Los cambios políticos no se dan por milagro.
-¿Qué formación tiene usted?
- Soy licenciado en Teología por la Universidad de Valencia y soy licenciado en Sociología.
-¿Cómo vino a parar al Paraguay?
-Pisé Paraguay en febrero del año 71. Soy más paraguayo que otra cosa. Vine por mi motivación religiosa. Me ordené a los 23 años. A los 25 ya vine. Encontré una Iglesia muy comprometida. Este era un país muy necesitado de sacerdotes. No había. Trabajé bastante con monseñor Ismael Rolón.
-¿Cuál es su congregación?
- Soy dominico, de la orden de predicadores. Estamos en la Crucita, en el Bañado Tacumbú, en la Casa de Formación cerca de la Universidad Católica y en Roque González de Santa Cruz.
-Manejar tanta gente en tantas organizaciones también requiere de un gran liderazgo
-Bueno, nadie me quiere sacar el puesto de párroco (se ríe). Y si me voy, esto va a continuar porque está todo organizado. Si esto se desmadra quiere decir que yo no hice nada que valga la pena. Esa es la verdad. Cuando vine no había ningún líder. Ahora hay cientos de líderes. Es otra la situación. Lo que hemos hecho lo hicimos todos. Hemos dado más de 2.000 becas. Muchos terminaron su secundaria, la universidad. Los líderes están entrenados. A veces voy de vacaciones a España, vuelvo y todo sigue bien. Eso es buena señal.
-¿De qué parte de España?
-Mi familia es del norte, de León, pero vive en Valencia y en Mallorca. Tengo un hermano político, otro empresario..., y yo cura en el Bañado Tacumbú (se ríe).