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Felipe Santiago Acosta Riveros, paraguayo, de 41 años, alias Macho, es un asesino condenado a 25 años que escapó dos veces de la cárcel. La última y definitiva fue en 2016.
Desde entonces, dirige una organización de tráfico de cocaína y marihuana que hasta hace poco gobernaba sin oposición y a platazo limpio el departamento de Canindeyú.
Macho sobornaba a policías, militares, agentes especiales y funcionarios del Ministerio Público y del Poder Judicial.
En 2023, hizo lo que quiso. Incluso emprendió un operativo de exterminio de todos sus principales competidores, lo que provocó una serie de atentados en esa región del país.
Peña amplió jurisdicción del Codi
Movido por la vergüenza, el presidente Santiago Peña se vio obligado este año 2024 a ampliar la jurisdicción del Comando de Operaciones de Defensa Interna (CODI) y ordenó la instalación de un cuartel militar permanente en la colonia Brítez Cue del distrito de Yby Pytá, siempre en Canindeyú, todo con el objetivo de capturar o eliminar a Macho.
Esta base militar, llamada Sub Área de Pacificación 5 (SAP 5), funciona en el antiguo campamento religioso del ahora procesado por narcotráfico José Alberto Insfrán Galeano, alias Pastor Insfrán.
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Sin embargo, pese a todo, el Gobierno de Santi Peña no pudo atrapar a Macho, quien supuestamente se esconde entre los indígenas que viven en la zona del municipio de Corpus Christi.
De hecho, astutamente, Macho estableció una alianza estratégica con los nativos, quienes le alquilan sus tierras ancestrales para que el criminal produzca en ellas marihuana y descargue cocaína.
Aunque es cierto que el Gobierno propinó duros golpes este año a la estructura de Macho, el condsiderado más buscado no cayó aún.Para la Policía, es el criminal más importante que sigue prófugo.
Se les escaparon como Arrom, Martí y Colmán
Otro de los papelones protagonizados este año por el Gobierno de Santiago Peña Palacios fue el escape de los miembros del clan Villalba, la familia vinculada al grupo terrorista Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Resulta que varios integrantes de este clan familiar estaban escondidos en Argentina, donde fueron localizados por la Policía de Paraguay, que pidió a la Policía Federal Argentina (PFA) la detención de los sospechosos.
Efectivamente, los argentinos detuvieron este año a los buscados, pero había sido todos ya tenían refugio político en el país vecino, lo que los convertía en intocables, por lo que fueron liberados inmediatamente.
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Esa grave falla de inteligencia hizo que los epepistas huyeran a Bolivia y luego se instalaran en Venezuela, donde ya consiguieron de nuevo refugio político, dejando en ridículo al Gobierno de Paraguay, que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar.
Así, los fugitivos se escaparon como años atrás lo hicieron Juan Arrom, Anuncio Martí y Víctor Colmán, hoy día viviendo en Finlandia.