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En comunicación con ABC Cardinal este martes, Cecilia Pérez, exministra de Justicia, comentó sobre un informe presentado por el medio brasileño O Globo que detalla el proceso por el cual el grupo criminal brasileño Primer Comando da Capital (PCC) se asentó y ganó terreno en Paraguay, donde actualmente es considerado uno de los principales grupos de crimen organizado activos.
El informe de O Globo hace una crónica de cómo el PCC expandió sus actividades vinculadas al narcotráfico en Paraguay, que históricamente ya era uno de los principales productores de marihuana de la región y eventualmente se convirtió también en un importante país de tránsito de cocaína desde Perú o Bolivia hacia Brasil o Uruguay, desde donde la droga es exportada a Europa o África.
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Pérez, quien fue ministra de Justicia durante el gobierno del presidente Mario Abdo Benítez (2018-2023), señaló que el PCC fue adaptándose gradualmente, pasando de permitir que solo brasileños sean miembros a reclutar adherentes de otras nacionalidades en los países a los que se expandía.
Si bien inicialmente reclutaban solo a personas “de ciertos perfiles”, típicamente criminales dedicados a asaltos bancarios o de transportes de caudales, eventualmente su alcance fue extendiéndose a delincuentes de menor perfil.
Cinco o seis grupos brasileños activos en Paraguay
El PCC, cuya influencia en Brasil es más fuerte en las zonas centro y sur, es considerado uno de los dos principales grupos criminales de ese país junto al Comando Vermelho. Sin embargo, Pérez señaló que se estima que existen unos 35 grupos menores en ese país.
Además, estimó que en Paraguay están activos cinco o seis grupos criminales de origen brasileño, aunque no especificó cuáles organizaciones.
Comentó que durante su administración del Ministerio de Justicia se estimaba que había alrededor de 500 miembros del PCC activos en Paraguay, desde miembros aspirantes o aliados hasta integrantes plenos del grupo, llamados “bautizados”.
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Explicó también que en los últimos tiempos el PCC optó por evitar, por lo general, peleas violentas por rutas de tráfico o territorio, siguiendo en su lugar una estrategia aprendida de la ‘Ndrangheta italiana, de buscar alianzas con los grupos criminales más fuertes de los territorios a los que busca expandirse.
La exministra señaló que el problema del tráfico de drogas que pasan por Paraguay camino a Brasil, particularmente por la hidrovía, no puede analizarse como exclusivo de esos dos países, sino que se trata de un problema “vertical” en el que también influyen grupos de países como Ecuador, Perú o Chile que tienen influencia de cárteles mexicanos.
Lavado de dinero y debilidad judicial
Más allá del narcotráfico, la ministra señaló la preocupación de que Paraguay se convierta en un centro regional de lavado de dinero producto de esas actividades ilícitas, teniendo en cuenta la relativa debilidad de las instituciones de persecución de ese tipo de delitos en Paraguay y, en concreto, la falta de control a las casas de cambio, especialmente en zonas fronterizas con Brasil.
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“No hay que olvidar la parte investigativa y judicial”, agregó. “No sirve presentar informes impecables si van a acabar en la impunidad y la gente va a dejar de exponerse ante el riesgo de que la narcopolítica haga pagar a la gente que realiza ese trabajo”, acotó.