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La jueza de San Lorenzo de la Circunscripción Judicial de Central, María Elena Cañete, interina del juez Gustavo Bóveda, en audiencia de imposición de medidas dispuso la aplicación de la prisión preventiva para Óscar Ariel Caballero Sahlmann (31), quien participó a través de medios telemáticos. Este fue imputado por el fiscal Julio Ortiz por homicidio doloso, robo con resultado de muerte y hurto especialmente grave, como sospechoso en el asesinato de Javier Ibarra.
Óscar Caballero se abstuvo de declarar en su audiencia indagatoria.
Ortiz explicó que por el concurso de los hechos punibles, Caballero se expone a una pena de 30 años de cárcel más 10 años de medida de seguridad, ante una eventual condena por el hecho.
El agente fiscal señaló que Óscar Caballero trabajaba para el exfiscal antidrogas y antisecuestro y exviceministro de Seguridad Interna, Javier Ibarra; precisamente era su persona de confianza, pues se encargaba de lavar su automóvil y también de trasladar a los hijos de Ibarra.
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Cuando el cuerpo de Javier Ibarra fue hallado por su empleada Aida María Villalba el pasado 25 de noviembre, a las 7:00, llevaba ya unas 8 horas de haber fallecido, según se pudo confirmar mediante la autopsia por la rigidez cadavérica. Entonces, según expuso el fiscal Julio Ortiz, su muerte habría ocurrido entre las 23:00 del 24 de noviembre y las 0:00 del 25 de noviembre.
La empleada Aida Villalba seguirá sometida al proceso, pese a que se encontró ya el arma hurtada y presumiblemente utilizada para asesinar al exfiscal Ibarra. Su defensa debe solicitar medidas menos gravosas al arresto domiciliario con el que cuenta actualmente, según explicó el fiscal.
Testigo brindó detalles sobre homicidio de Ibarra
De acuerdo con datos recabados a través de la declaración testimonial brindada por Leonardo Ruiz Ortiz, este trasladó a Óscar Caballero hasta la casa de Javier Ibarra, en San Lorenzo, en una motocicleta. Caballero bajó y él quedó esperando en la calle por 40 minutos.
En un momento dado Ruiz escuchó disparos, lo que le asustó, posteriormente se acercó a él Óscar Caballero, quien le dijo que se retire del lugar.
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Cuando Ruiz se movilizaba por San Lorenzo, su biciclo sufrió un desperfecto por lo que tuvo que llevarlo a pie hasta un surtidor del emblema Copetrol, situado sobre la avenida Mariscal López casi Ingavi. Este dejó su moto ahí y fue hasta un local de Biggie Express, de donde compró un cargador para su celular, ya que quedó sin batería. Volvió a la gasolinera donde cargó su teléfono y luego se comunicó con Caballero, para indicarle su ubicación.
Era la 1:30 cuando Óscar Caballero le indicó vía llamada que se acerque hasta un taxi, estacionado frente a una playa de autos, en el que estaba él.
Ruiz le consultó qué fue lo que pasó en casa de su jefe, pero Caballero no le respondió, sino que le consultó si el desperfecto de su moto tenía solución y Ruiz dice que sí, entonces Caballero le dio un G. 100.000.
Después, Ruiz llamó a un amigo que le ayudó a reparar el biciclo. Unos minutos más tarde, Óscar Caballero se volvió a comunicar con Leonardo Ruiz, para pedirle que vaya hasta su casa ubicada en Zeballos Cue.
Supuesto sicario pidió ocultar arma hurtada de exfiscal
Una vez en el punto, Óscar Caballero salió de su casa con una bolsa de tela TNT y un estuche, para dirigirse después los dos hasta una casa abandonada, situada en frente. Ahí, Caballero bajó la bolsa, le derramó combustible y le prendió fuego. Dentro de esta, aparentemente habían documentos del recién asesinado Javier Ibarra.
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Caballero después le entregó un estuche a Ruiz, quien lo abrió y encontró un arma. En ese momento Caballero le pidió que la guarde o deshaga de ella, a lo que Ruiz accedió por miedo.
Esa misma arma marca Colt estuvo en poder de Ruiz, quien este jueves hizo entrega de la misma a los investigadores. Sin embargo, le falta el tubo cañón indispensable ahora para comparar las estrías con las dos balas calibre 22 extraídas de la cabeza de Ibarra. De hecho, la misma igual fue remitida al Laboratorio Forense para su análisis.
El fiscal del caso Julio Ortiz aclaró que se pudo confirmar que el arma de fuego en cuestión, recuperada, pertenece al asesinado Javier Ibarra. Esto se pudo constatar mediante registros documentales de la Policía Nacional.
Aspectos llamativos
El fiscal Julio Ortiz, ya en noviembre pasado, había informado sobre hechos llamativos, relacionados a la conducta del fallecido Javier Ibarra. Dijo al respecto que cuando el exfiscal llegaba a su casa soltaba a su perro por el predio de la casa, siempre y cuando no iba a volver a salir. De hecho, cuando la comitiva fue a inspeccionar la vivienda por primera vez, encontraron al animal suelto, es decir, Ibarra había llegado cerca de las 22:00 del jueves para quedarse.
La hora en que Javier Ibarra llegó a su casa se pudo determinar mediante filmaciones de una de las dos cámaras que hay a metros de su domicilio. Ortiz detalló que la otra cámara tiene sensor de movimiento, por lo que deben pedir los archivos para comprobar si captó o no alguna situación, ya que Ibarra no contaba con cámaras en su vivienda.
En el lugar se hallaron dos celulares, uno que era el que utilizaba diariamente para sus actividades y otro, aparentemente para cuestiones particulares. Ambos fueron incautados y entregados al Laboratorio Forense del Ministerio Público para la extracción de datos, a modo de conocer con quién o quiénes mantenía conversaciones y con quién se comunicó por última vez antes de su muerte.
También se hallaron 9 armas de fuego y 11 carnets de portación, todos estos pertenecientes a Ibarra y que fueron emitidos por la Dirección de Material Bélico (Dimabel) de las Fuerzas Armadas de la Nación. Entre ellas un revólver que estaba en la habitación de Javier Ibarra, cuyo cuerpo fue encontrado en la cocina.
Hipótesis de homicidio
La comitiva fiscal-policial se había constituido al día siguiente del hallazgo del cuerpo de Ibarra, nuevamente en su vivienda y así se observaron detalles como las dos sillas en la cocina, que estaban dispuestas una frente a la otra, como si las personas que la ocuparon hayan estado conversando. Este aspecto es que hace presumir que quien haya estado el jueves a la noche con Ibarra, era alguien de su confianza. Este punto cobra fuerza al considerar que no hubo rastros de violencia en ninguna parte de la casa, detalló Ortiz.
La hipótesis formulada, en torno al homicidio, es que esta persona habría tomado el arma de bolsillo y le disparó a Javier Ibarra, mientras seguía sentado, atendiendo a que se constató que las balas ingresaron al cuerpo del exfiscal con dirección de arriba hacia abajo. Además, las heridas presentan tatuajes -quemadura de pólvora- alrededor, lo que hace presumir que se trata de una ejecución, según explicó el fiscal Ortiz.
En ese sentido, el agente del Ministerio Público refirió que Ibarra era una persona grande, cuya estatura era de 1,80 metros y de haber estado parado, se habría roto la cabeza al caer al suelo luego de recibir los disparos, pero si cayó de la silla, la caída del mismo fue menos violenta.