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En abril del año 2018, una joven paraguaya fue rescatada de la República Popular China, donde fue llevada por dos paraguayos para cantar en un hotel de la Isla Sanya, siendo engañada para dar “pasos importantes” en su carrera, atendiendo que estudiaba música.
Según lo recopilado en la sentencia del caso, fue su profesor, Ángel Marcelo Pintos Arévalos, quien le había hablado sobre la importancia de esta oportunidad para ella y ante no estar muy convencida, finalmente en compañía de otro hombre, Ángel Luis Fariña Alegre, convencieron a sus familiares y también a ella.
Tras la intervención de estas personas, la joven accedió a realizar este viaje a China, donde sufrió un régimen de explotación sexual y servidumbre.
Estando incomunicada, a escondidas logró utilizar un celular con el contactó a sus familiares en Paraguay, quienes dieron aviso a las autoridades y así se logró su rescate de ese país mediante intervención diplomática de otros países.
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Condena por trata de personas
Ángel Luis Fariña Alegre y Ángel Marcelo Pintos Arévalos ya fueron condenados -a 10 y 5 años respectivamente- por este caso a finales del año 2021, pero finalmente esto fue anulado atendiendo que no se previó una indemnización a la víctima.
Ahora, el Tribunal integrado por los jueces Lourdes Peña -presidente-, Rossana Maldonado y Manuel Aguirre Rodas, emitieron las sentencias.
El primer acusado, Fariña Alegre fue condenado a 10 años de cárcel por el hecho punible trata de personas, cuya pena deberá cumplir en la Penitenciaria Nacional de Tacumbú, donde ya se ordenó su inmediata remisión.
Mientras que en el caso del otro acusado, Pintos Arévalos, no se llegó a probar su autoría en el hecho de trata, por lo que se absuelve de reproche y pena al hombre que ya había sido condenado previamente.
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El engaño a la víctima
La víctima viajó a China con los paraguayos el pasado 4 de marzo y ya en el país de destino, la mujer fue amenazada, agredida verbalmente y explotada sexualmente -servidumbre sexual-.
La oferta que recibió le ofrecía US$ 1.000 mensuales como pago por cantar, incluía también gastos del pasaje de ida e incluso el vestuario el hospedaje iban a ser de libre costo.
Pero en ese país la tuvieron encerrada en una habitación del hotel, de donde solo podía salir para las horas de actuación, siendo controlada en forma permanente.
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