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Según las fuentes, el pastor José Alberto Insfrán Galeano, su hermano Miguel Ángel Insfrán Galeano (40), alias Tío Rico, junto con el uruguayo Sebastián Enrique Marset Cabrera (31), todos prófugos, dirigían una estructura criminal que llegó a enviar toneladas de cocaína a Europa a través de los puertos privados del Paraguay.
Esta operaciones al margen de la ley fueron detectadas por los organismos de seguridad internacionales, que en un trabajo conjunto con agentes antidrogas paraguayos llegaron a desbaratar la estructura en una serie de allanamientos y decomisos efectuados en el marco del operativo A Ultranza PY. Sin embargo, aparentemente los datos se filtraron y los principales jefes del cartel lograron escapar del país antes de ser tomados por los antidrogas.
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Por las evidencias recogidas durante las pesquisas, José Alberto se hacía pasar por pastor de la agrupación religiosa evangélica Centro de Convenciones Avivamiento de Curuguaty. El sospechoso supuestamente edificó iglesias, centros de convenciones, y complejos para retiros espirituales extremadamente lujosos para lavar el dinero proveniente de la venta de drogas.
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Al mismo tiempo, José Alberto llegó a relacionarse con las principales autoridades políticas del país, quienes se acercaban al sospechoso debido a la gran cantidad de gente que movilizaba en su organización, por lo que lo consideraban uno de los hombres más influyentes de la región.
Habría dejado dinero en efectivo oculto en diferentes escondites
De acuerdo con las fuentes, José Alberto habría dejado grandes cantidades de dinero en billetes de dólares, ocultos en escondites en varias de las propiedades que manejaba en la zona de Curuguaty. También dejó lujosos vehículos y animales que estaban a nombre de terceros, que no fueron localizados por las autoridades durante los allanamientos en el marco del operativo A Ultranza PY.
Según las fuentes, José Alberto estaba oculto en Bolivia desde donde orquestó todo el operativo para ingresar al país, para lo cual supuestamente contó con la colaboración de la funcionaria María del Carmen Guex Caballero (43), quien por alguna razón registró su ingreso anotando su número de cédula 1.535.542 en el sistema informático de Migraciones, lo que generó la alerta sobre la orden de captura que había sobre el pastor.
Sin embargo, la funcionaría no reaccionó ante la señal y dejó pasar al hombre, a quien esperaban a bordo de un auto para proseguir viaje hacia el interior del país, pese a que la alarma seguía activa en la pantalla de la computadora de Guex.
Dos horas después, otro funcionario de Migraciones, Carlos Gustavo Giacummo, que está en la oficina al otro lado de la frontera, hacia Clorinda, Argentina, se encargó de desactivar la alarma.
Las sospechas que manejan los investigadores es que el pastor se trasladó a la zona de Curuguaty donde recogió todo el dinero que dejó guardado, efectivizó otras propiedades que no le fueron confiscadas y luego salió nuevamente del país para transitar por la frontera en común con Argentina hasta llegar nuevamente a Bolivia, según explicaron.