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Al transcurrir ya el primer mes del homicidio del que era fiscal delegado de Crimen Organizado de Paraguay, Marcelo Daniel Pecci Albertini (45), ocurrido el 10 de mayo pasado, la Justicia de Colombia ya prácticamente no da esperanzas de llegar a los determinadores del crimen, que es como ellos llaman a los que para nosotros son los instigadores o autores morales.
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En la pomposa presentación de su investigación, que hicieron el martes último al pie del castillo de San Felipe, en una zona histórica de Cartagena de Indias, el fiscal general de la Nación de dicho país, Francisco Roberto Barbosa Delgado, explicó paso a paso cómo llegaron al supuesto articulador (organizador) del crimen, Francisco Luis Correa Galeano (43), a los marcadores (campanas) Marisol Londoño Bedoya (48) y su hijo Cristian Camilo Monsalve Londoño (24), al logístico (baqueano) Eiverson Adrián Zabaleta Arrieta (23) y al sicario Wendre Stil Scott Carrillo (31).
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Los cuatro primeros citados, de nacionalidad colombiana, y el último de los mencionados, venezolano, fueron capturados el 3 de junio pasado en la ciudad de Medellín.
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Sobre la versión de que el también venezolano Gabriel Carlos Luis Salinas Mendoza (28) sería el informante que echó al resto de la banda, el fiscal general colombiano aseguró que no hubo tal informante, sino que los cinco cayeron en el marco de un “éxito investigativo”.
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Salinas, quien es el único prófugo entre los implicados directos, condujo la moto acuática con la cual llegaron a Marcelo Pecci en la playa del hotel Decameron Barú.
Realmente, fue un éxito
Con informante o sin informante, hay que reconocer que la investigación de la Policía Nacional de Colombia y del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), también conocido como Policía Judicial, fue realmente un éxito.
En 22 días de investigación, los colombianos ya lograron recrear “como una película” el caso Pecci y al día 24 después del atentado dieron captura a los participantes, quienes ante la contundencia de las evidencias en su contra tuvieron que aceptar los cargos que les imputaron, excepto el articular, quien está dispuesto a dar pelea.
Era innecesario
Sin embargo, habiendo tantos elementos de qué jactarse y con qué lucirse ante la comunidad internacional, el fiscal general Barbosa incurrió en lo que en Paraguay cayó como una absoluta falta de empatía con la viuda de Pecci, la periodista Claudia Andrea Aguilera Quintana (34), quien además está embarazada.
Barbosa dijo que Claudia “facilitó la labor delincuencial” al publicar en sus redes su ubicación, lo que a su vez supuestamente guió a los criminales.
Y aunque tal vez sea cierto, también tal vez fue innecesaria la vehemencia del fiscal general Barbosa quien seguramente por comodidad o por estrategia política mediática prefirió culpar a la propia víctima, Claudia, antes que reconocer las falencias del sistema preventivo de su país que, evidentemente, no garantiza la seguridad de los turistas que llegan a él.
No podemos desconocer tampoco que Barbosa actuó en su rol, es decir, defender a su país y tratar de recobrar la confianza de sus compatriotas y de la comunidad internacional luego del escandaloso crimen que permitieron que sucediera en uno de sus principales polos turísticos, pero omitir una autocrítica y además cargar con la culpa a la víctima, fue humanamente incorrecto.