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Desde su supuesta perfección se cree dueña de la verdad y no admite apelación. Cegada por la idea de que solo ella tiene razón, es incapaz de escuchar y perdonar.
A vos, mujer que te creés perfecta, te quiero contar algo: no hay nadie perfecto.
Sé que te esforzás por cumplir con todo, pero detenete, por favor, mirá a tu alrededor, sos parte de una sociedad, de una comunidad. Y aunque es hermoso tener la suficiente autoestima para sobresalir, es mejor todavía aceptar que somos seres humanos con infinitas imperfecciones.
Cuando nos negamos a perdonar, y hasta le castigamos a alguien negándole la oportunidad de enmendar un error, asumimos que somos superiores, incapaces de caer, como si no fuéramos a fallar jamás.
Si te lastiman, si lastimaste a alguien, y si te parece que esa relación de pareja vale la pena, hacé todo lo posible por recuperarla.
Más vale luchar por lo que uno quiere, y si en el trayecto te das cuenta de que es mejor renunciar a esa relación para no hacer daño y no herirte a vos misma, adelante, que la vida es una.
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