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Además de varios momentos vergonzosos que se producen al comer en un lugar público, si usás brackets sabés que debés soportar todos los días el dolor de dientes, la irritación de tus encías y el repentino sangrado del interior de la boca.
Se dice que la mejor carta de presentación es la sonrisa; pensando en eso, muchas personas que no poseen una dentadura perfecta deciden usar frenillos para mejorar su imagen personal.
Esa buena apariencia de los dientes se logrará recién en un período de dos a cuatro años, dependiendo de la gravedad del caso. Durante ese tiempo, tendrás que aguantar dolorosos y embarazosos momentos manteniendo en la mente el pensamiento de que todos esos sufrimientos son por tu bien y que, al final del tratamiento, tu sonrisa compensará todas las penas.
Muchas personas, hartas de que el alambre les corte la boca, deciden comprar las ceras para ortodoncia; unas pastas pequeñas utilizadas para evitar que los aparatos rocen con la piel y provoquen heridas; ¡santo remedio!, piensan; sin embargo, lo que iba a ser una solución milagrosa se convierte en una cadena de situaciones incómodas.
Algunas ceras para ortodoncia son tubos pequeños parecidos a plastilinas, ya que uno puede darle distintas formas. El problema comienza cuando las personas te preguntan "¿eso que tenés entre los dientes es pan?" El interrogatorio desencadena un momento incómodo, que empeora cuando tu explicación no convence al que cuestiona.
Otra situación aún más incómoda se produce durante las comidas con familiares o amigos. Cuando todos cuentan chistes que te causan gracia, lastimosamente, no podés sonreír tan despreocupadamente como los demás porque estuviste comiendo y, tal vez, tengas restos de alimentos entre los frenillos.
Siempre hay quien compare con la famosa caricatura "Dientes de lata" y te haga tener miedo de que un rayo caiga en tus brackets, como le sucede a la protagonista en el opening del dibujito. Hay amigos que se creen más chistosos e intentan pegar imanes a tus frenillos para "atraerte cuando te necesiten".
Están las personas que poseen una dentadura casi perfecta y, a pesar de eso, desean ponerse brackets por moda. Los que tenemos frenillos los miramos con pena y pensamos, "pobres ingenuos, no saben que les espera mucho sufrimiento a cambio de estar a la moda". Al finalizar el tratamiento, sabrás que todos los dolores valieron la pena, ya que el resultado se reflejará en tu bella sonrisa.
Por Belén Cuevas (16 años)