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Las películas estadounidenses nos revelan cómo es el sueño de todo joven: pasear en un auto propio, tener mucho dinero, empezar la facu y, de paso, comprar todo lo que las publicidades ofrecen; sin embargo, en nuestro país, tenemos una realidad muy diferente. El dolor de cabeza empieza cuando cumplís los 18 años, ya que aparecen varias responsabilidades que convierten tus sueños en un proyecto a largo plazo.
"Cuando tenga la mayoría de edad, voy a ser totalmente independiente de mis padres y haré lo que yo quiera", es lo que se nos ha pasado por la cabeza cuando éramos adolescentes. Alquilar un departamento saldría carísimo, por lo que debemos trabajar para cubrir esos interminables gastos que acarrea vivir solo o, simplemente, quedarnos en la "vieja confiable" que es nada más y nada menos que el antiguo y dulce hogar.
Lo que muchos jóvenes desean es tener el bolsillo forrado de dinero y comprarse de todo. Para conseguir eso, comenzar a trabajar es la única salvación que les espera, ya que sus padres no estarán para darles todos los gustos como antes lo hacían. Cuando llegan a ver el fruto de su esfuerzo y tienen dinero en sus manos, esos billetes desaparecen como por arte de magia y no les queda otra opción que hacer malabares para llegar a fin de mes.
Viajar por todo el mundo es otra locura que, cuando éramos más pequeños, se nos ha pasado por la mente. Nos imaginábamos en las calles de París, Londres, Roma o San Francisco, sacándonos miles de fotos; en cambio, solamente pasamos por las avenidas asuncenas Estados Unidos, España, Brasilia o República Argentina. Claro, nos manejamos en colectivo porque todavía no juntamos dinero para el auto.
Si llegaste a cumplir los 20 años y todavía no lograste tus objetivos, eso no significa un completo fracaso. No te desesperes, respirá profundo y seguí luchando. Las películas, a veces, nos pintan fantasías que son difíciles de convertir en realidad a una corta edad, pero, al pasar los años, te vas a dar cuenta de que todo es posible si es que el sacrificio va de la mano con las ganas de superación. ¿Te animás a luchar por tus sueños de chiquito, por más de que los logres a largo plazo?
Por José Peralta (19 años)