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La infancia es ese hermoso momento de nuestra vida en que jugamos y la pasamos bien con nuestros vecinitos; es algo que se vive solo una vez y como dice una conocida frase: “Éramos tan felices, pero no lo sabíamos”. Si volviéramos 10 años atrás, nos percataríamos de que la niñez la vivíamos con los amigos y no con el "cel".
Era infaltable el partido so'o con los vecinos; el juego siempre terminaba cuando el pelota jara, al enojarse, llevaba el balón. Llegada la tardecita, nuestros papás nos llamaban gritando para que nos demos una ducha y nos dispongamos a cenar. Hoy día, los padres solicitan la presencia de sus hijos mediante un mensaje de WhatsApp.
Los chicos de esta generación viven en un mundo que se encuentra atado a la tecnología; hoy, estos niños no pueden estar cinco minutos sin el smartphone. Los encuentros con los vecinitos sirven solamente para “distraerse” con jueguitos en el "cel", para hablar de series de televisión o enviarse imágenes a través del WhatsApp. Atrás quedaron las travesuras en la calle y las diversiones en el barro.
Pero, ¿quiénes tienen la responsabilidad de que estos niños estén “embobados” con el celular a tan corta edad? Tranquilamente se podría decir que la culpa la tienen los padres, pero vivimos en una sociedad que depende de la tecnología; es dificil imaginar que los pequeños estén un día sin mirar el móvil. El smartphone en el bolsillo es tan indispensable para estos chicos como dormir o ir a la escuela.
La tecnología va evolucionando cada vez más; los años corren y las innovaciones están al orden del día. Es por ello que la infancia de los niños de hoy es diferente a la de hace 10 años; de a poco van “terminando” los niños que juegan a la balita, los que hacen volar las pandorgas o los que disfrutan del tuka'e kañy. Los tiempos pasan y se van formando otras generaciones, por lo que surge la pregunta: ¿En realidad todo tiempo pasado fue mejor?
Por Brian Cáceres Verón (17 años)