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Ser febrerista se convirtió en una costumbre para algunos estudiantes. “Lo que ustedes aprenden en nueve meses, yo lo aprendo en dos días” es la frase defensora de quienes no alcanzaron pasar alguna materia y corren el riesgo de repetir el año.
Según los estereotipos, estos febreristas suelen sentarse en la parte del fondo del curso, pues son los mejores bromistas, los más graciosos, muy charlatanes y tienen cierto toque de caradurez a la hora de responder a las preguntas de los profes. Aunque también pueden ser totalmente lo contrario: callados, retraídos, poco sociables y muy tímidos; algunos ni siquiera llegan a cumplir cualquiera de esas características porque casi nunca van a clases.
Si ser febrerista no fuera lo suficientemente “malo”, estudiar semanas antes del examen empeora totalmente la situación. Sentir que tenés el tiempo del mundo para empezar a repasar los contenidos hace que dejes todo a última hora y termines desesperado al final de enero.
Aunque parezca raro, ser febrerista tiene sus ventajas, por ejemplo: empezás el año con los contenidos del curso anterior bien reforzados, no como la mayoría de los alumnos que se relajan durante las vacaciones y contraen una amnesia académica por tres meses. También lográs tener un mejor relacionamiento con aquellos compañeros que te ayudan a estudiar; además, el mal rato que pasás por no haber aprobado, a veces, permite que te vuelvas más responsable para no tener que pasar otra vez por lo mismo.
Algunos alumnos simplemente no se adaptan al sistema educativo y, por esa razón, no logran aprobar las materias del curso. Como dijo hace poco la mejor egresada del CNC, María González Vargas: “Detrás de un 2 en matemáticas está un Agustín Pío Barrios con 5 en música y detrás de un 1 en química hay un Gabriel Casaccia con 5 en literatura”.
Ir a febrero no es lo peor del mundo ni sos menos que nadie por reprobar una materia o repetir el año; simplemente, es una oportunidad para “reforzar” tus conocimientos y demostrar que no estuviste “calentando la silla” todo el año.
Si sos febrerista, ponete las pilas, no te dejes llevar por la pereza; todavía estás a tiempo de estudiar y pasar esa materia que tanto dolor de cabeza te provocó durante las vacaciones.
Por Divina Alarcón (19 años)