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Los comienzos de mayo del 2016 constituyeron los días del nacimiento de un movimiento estudiantil histórico, en el cual más de 100 colegios fueron tomados por los alumnos. En algunos casos, estas protestas se llevaron a cabo con el apoyo del personal de la institución y de los padres, en otros no pero, de igual manera, provocaron la renuncia de la entonces ministra de Educación, Marta Lafuente.
Años después, en la primera quincena de mayo del 2019, vemos que cualquier colegio se toma por una u otra razón no muy bien argumentada. Echarle a una profesora o a un director y exigir mejores políticas educativas son peticiones que no están mal, siempre que se tenga razones válidas, pero la manera en que actualmente se reclama dice mucho del alumnado.
El símbolo de “toma de colegio” ya no es sinónimo de último recurso, en caso de que la enseñanza en escuelas y colegios se caiga en grandes pedazos. Sabemos que nada está bien con respecto a la educación pero, desde el 2016, se comenzaron a ver más a menudo a chicos adueñándose de su institución por razones menores, generando polémicas y disturbios innecesarios.
Este año, a causa de la problemática de la falta de docentes, las tomas sí se justificaron en muchas casas de estudio. Sin embargo, no poder desfilar y echarle a un docente, sin tener argumentos o haber pasado por las instancias necesarias, constituyen solo algunas de las vanas razones para causar estragos y perder clases.
En el caso del Colegio Nacional de la Capital, se han visto más de dos tomas solo el año pasado. Este 2019 trae consigo más polémicas a esta emblemática casa de estudios porque, el jueves pasado, un grupo de 15 estudiantes, que denunciaba maltratos de una maestra y exigía su despido, ocupó la institución.
Existen maneras no violentas de exigir lo que se quiere, pero parece que ciertos grupos de alumnos, que se creen los enemigos del MEC y de su respectivo director de colegio, no se dan cuenta. Actualmente, los chicos que hablan de tomas son casi siempre los mismos: estudiantes mentalmente politizados que quieren aumentar su activismo de alguna manera.
Tal vez se dé el caso de que 500 alumnos quieren estudiar, pero por causa de 20 chicos, que tomaron la institución, no se podrá hasta que acabe la protesta. Una situación parecida era la del Colegio Dr. Fernando de la Mora, en 2016, donde se desató una guerra estudiantil para liberar a la institución de alumnos que se adueñaron de esta; ¿será que estamos tan mal como para que esto vuelva a suceder?
Por Eliseo Báez (16 años)