Todos merecemos un pedazo de tierra, pero ¿nos esforzamos para tener uno?

“Un terreno con los servicios de agua, electricidad, transporte público y que quede cerca de la zona urbana” son las condiciones que exigen los denominados “sintechos”. Actualmente, los exinvasores del Cuartel de la Victoria acampan frente al Congreso.

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Las familias que habían ocupado el cuartel, un total de 1.200 personas, se encuentran sin viviendas y, por ello, piden a la Secretaría de Acción Social la adjudicación de asentamientos. Ante el problema, la SAS ofreció un espacio en los alrededores de Tobatí, Villeta e Itauguá; lastimosamente, estas personas sin tierra rechazaron dichos lugares, pues afirman que las zonas son muy lejanas y carecen de transporte público.

Recordemos que hace unas semanas, los denominados “sintechos” se instalaron en el Cuartel de la Victoria; como forma de protesta invadieron el lugar en donde descansan los restos de excombatientes. Luego de llegar a un acuerdo, decidieron abandonar el lugar e inmediatamente apostarse en la Plaza de Armas, frente al Congreso.

Las personas, que reclaman un lugar para poder vivir, ponen condiciones en cuanto al terreno en donde desean estar como, por ejemplo, que la zona quede cerca del casco urbano, contar con los servicios de agua, luz eléctrica y transporte público.

La mayoría de los que se instalan en las plazas y otros lugares realizan la acción como forma de presión a las autoridades y así hacer que sus pedidos sean escuchados. Pero ¿se esfuerzan para merecer un pedazo de tierra por cuenta propia?

La frase “cuando hay hambre no existe pan duro” encaja perfectamente a la situación en cuanto a las tierras ofrecidas por la SAS que rechazan las familias necesitadas por ser supuestamente “inhabitables”. Si nos ponemos a pensar, los “sintechos” pueden aceptar los espacios ofrecidos, empezar de cero y, de a poco, ir teniendo la comodidad que uno necesita para vivir dignamente.

La mayoría de los paraguayos trabajan de sol a sol para llevar el pan a la casa, otros para construir su propia vivienda y pagar la educación de sus hijos. Sin embargo, algunos compatriotas se encuentran acostados en las plazas en espera de recibir todo en bandeja de plata y que la comodidad caiga del cielo, sin mover un dedo.

Esperemos que cuando el problema se haya solucionado, al menos, dejen limpias las plazas y no como dejaron el Cuartel de la Victoria, con basuras por todos lados y árboles talados.

Por Mónica Rodríguez (19 años)

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