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Somos un país rico en recursos naturales, cultura y religiosidad popular; a esto también se suma la gran cantidad de mitos y leyendas que tenemos. En la escuela nos contaban que, antiguamente, existió una extraña pareja conformada por Tau y Kerana, sobre quienes cayó una maldición. Ellos tuvieron 7 hijos, todos con apariencia de monstruos y muy temidos por las personas; los frutos de esa relación son lo que hoy conocemos como los mitos guaraníes.
Teju Jagua, Jasy Jatere, Moñai, Mbo'i tui, Kurupi, Ao Ao y Luisón son los 7 hijos que surgieron de la relación de Tau y Kerana. Estos seres poseen características y aspectos muy extraños y diferenciados. Así también, son muy temidos por las personas, especialmente en el interior del país, ya que, según cuentan, siguen vagando por los bosques y campos, a la pesca de algún desafortunado que se encuentre con uno de ellos.
Uno de los más conocidos es el Jasy Jatere, un chico rubio que rapta a los niños y los lleva al bosque a jugar, en donde los alimenta con frutas silvestres y miel. Por su parte, el Luisón es un ser muy temido por los paraguayos; posee un cuerpo de perro y una cabeza muy grande, dicen que por las noches suele vagar por los cementerios, revolcándose entre los cadáveres. Según cuentan, si una mujer tiene siete hijos varones, el séptimo se convertirá en este mito tan extraño.
Otro ser mitólogico famoso es el Pombero, un hombre enano y velludo, fanático del tabaco, la caña y la miel y a quien incluso un grupo nacional le dedicó una canción. Es también conocido como Karai Pyhare; normalmente, se encuentra en los tatakua o los bananos y se hace tu amigo si le dejás un poco de sus vicios en el horno de barro. Dicen que escuchar un silbido agudo por la noche significa que el Pombero te está observando o está cerca.
Nadie nunca comprobó la existencia de estos mitos, pero muchos aseguran que “aún viven” y comparten el día a día a nuestro alrededor. Podés creer o no en ellos, pero, por si acaso, lo mejor que podés hacer es evitarlos para no ser raptado por el Jasy Jatere o no toparte por la calle con el Luisón.
Por Brian Cáceres Verón (17 años)