Cargando...
“Había una vez, un grupo de vándalos que se hacían pasar por alentadores de clubes de fútbol; un día, estos lobos con aire de cordero demostraron sus garras cobrando la vida de una persona”. La historia final de los superclásicos entre Olimpia y Cerro Porteño siempre es la misma: enfrentamientos que acaban con heridos y, en el peor de los casos, con personas que pierden la vida.
Hace unos días, los miembros de la barra brava de Cerro Porteño generaron una riña entre los mismos, causando la muerte de un joven, destrozo por las calles y varios heridos. Para variar, tras la finalización del partido entre el Sportivo Luqueño y el Decano, el martes anterior, un joven de 18 años recibió un disparo con arma de fuego en la nuca por parte de hinchas de su mismo club.
La tremenda falta de educación cívica que existe en el país es la generadora de grandes disturbios, enfrentamientos y agresiones, no solo entre clubes deportivos, sino entre ciudadanos en cualquier hora del día sin importar el acontecimiento. Uno no lograr comprender por qué algo tan abstracto puede causar un mal social que daña a otros.
“Doy la vida por los colores” es la frase que, al parecer, no es ninguna broma ni simple muestra de amor por el club, pues el principal síntoma del fanatismo es la ceguera que insta a cometer cualquier acto sin mirar qué tan dañino pueda resultar. El rojo y azul o el blanco y negro son solo colores y no deben ser motivos para crear una acción violenta entre personas.
Por lo menos en eventos de gran repercusión como lo son los superclásicos, ocupar un espacio en las graderías con la familia o los amigos puede que ya no sea una opción para disfrutar del ocio. A medida que los hinchas hacen su papel, muchos prefieren quedarse en casa a festejar un gol.
Es notorio que muchos de los que integran las barras son jóvenes sin educación y que necesitan ayuda, pues el trasfondo de la situación, aparte de la entrada gratuita que brindan los clubes a los hinchas para decorado del estadio, gira en base a la escasez de atención y de buenos modales de estos fanáticos. No podemos decirle a un bebé que hable con modulación, pero sí se le puede enseñar para que con el tiempo lo logre.
Por Ezequiel Alegre (18 años)