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Llorar es una forma de expresar emociones, ya sea debido a mucha felicidad, nervios, tristeza, dolor, etc. Por lo tanto, cuando estás cargando con algo muy pesado sobre tu espalda, no trates de evitar derramar algunas lágrimas, pues eso puede ayudar a que te sientas mucho más tranquilo y libre.
Alguna vez te pasó que al encontrarte con un amigo, simplemente, le contaste todo lo que te ocurría, rompiste en llanto y, al final, sentiste como si solo necesitabas ese momento de deshago para estar bien. Si te sucedió eso, tal vez, llorar no sea "índice de debilidad", como muchos piensan, sino que es una manera de liberar nuestras emociones para dar lugar a futuros acontecimientos y enfrentarlos con más fortaleza.
Normalmente, las chicas son las que tienden a expresar lo que sienten llorando; mientras que muchos hombres aún tienen la frase "kuimba'e ndahasêiva'erã" presente en la mente. Entonces, es preciso recordar aquella reflexión que dice "por cada mujer valiente, cansada de tener que aparentar debilidad, hay un hombre sensible, exhausto de tener que parecer fuerte".
Asimismo, cada uno debe ser consciente de que somos seres humanos con sentimientos y con ganas de expresarnos todo el tiempo. Además, las personas que guardan los enojos, los problemas, los dolores y las angustias en el armario, para aparentar fortaleza y atajar las lágrimas, suelen ser más propensas a caer en la depresión, según fuentes psicológicas.
Cuando te sientas mal, pienses que la vida es injusta, extrañes a la persona que más querés o un pariente ya no esté contigo, tal vez, no deberías hacer caso a ese amigo que te dice "no llores porque así no solucionás nada", ya que dejar libres a las lágrimas no dan respuestas a las incógnitas e ironías de la vida, pero desata el nudo en el pecho y libera el mar de emociones que uno lleva dentro.
Como dicen las mamis, si querés llorar, llorá, pero eso sí, no te estanques. Luego de pasar por un mal y triste momento, levantate, secá tu carita y que las gotas sinceras y humanas que caen de tus ojos sirvan de aprendizaje y actúen como agentes de cambio que te ayudarán a ponerte una nueva armadura y seguir luchando con más firmeza que nunca.
Por Andrea Parra (18 años)