Cargando...
Procrastinar es una palabra rara que significa postergar las obligaciones que se tienen pendientes. Es común que a veces nos de pereza realizar muchas de las tareas de la facu o las que se relacionan con el cuidado del hogar, pero cuando el aplazamiento de nuestros deberes se convierte en una costumbre, la vida se vuelve un completo caos. ¿Te pusiste a pensar en que si fueras un poco más organizado e hicieras las cosas a tiempo, tal vez tu malestar disminuiría?
En la facu, se ha vuelto una costumbre para vos realizar los apuntes en clase, pero no reforzarlos ni leer tus materiales en casa. Cuando llegan los exámenes parciales, te encontrás con que tu mente está en blanco. Lo peor es que, a pesar de que tengas un calendario que te avisa el horario de pruebas, preferís aplicar la famosa frase “un día a la vez”, preparándote para cada test 24 horas antes o, incluso, faltando ocho horas para la batalla. ¿Qué hiciste el resto del tiempo? Quizá dormir, desvelarte viendo una serie y autojustificándote con la excusa de que “debo disfrutar de mi juventud” y, luego, volver a dormir.
Lo mismo ocurre en lo que respecta al cuidado del hogar. Cuando llegás a tu casa y te sacás la ropa, no te preocupás por doblar cada prenda y guardarla en tu armario, sino que vas tirando tus remeras y pantalones en una silla que, al cabo de una semana, se convierte en una montaña de telas enmarañadas. Si te metés en la cocina, también debés estar seguro de querer realizar la tarea de principio a fin, pues si pensás preparar alguna comida, recordá que después debés poner en orden todo lo que utilizaste.
Existen algunos métodos para realizar las labores sin tener que aplazarlas hasta el último momento; según un artículo publicado en el blog FacileThings, es de mucha ayuda dar un primer paso; tememos realizar algunos trabajos, pero una vez que empezamos, podemos vencer esa oposición y cargarnos de energía para continuar. También sirve administrar no solo el tiempo, sino el ánimo, aprovechando nuestros momentos de mayor vigor a fin de llevar a cabo una tarea y, cuando nos sintamos abrumados, descansar.
Otra técnica que es de gran ayuda para librarnos de nuestra resistencia para empezar una tarea es la automotivación. Por ejemplo, pensar en que al culminar los exámenes, podremos premiarnos con una salida o un pequeño viaje, nos dará un incentivo para seguir estudiando. Recordá que hacernos cargo de nuestras responsabilidades no es fácil, pero huir de ellas tampoco es la respuesta adecuada, solo prolonga la preocupación.
Por Viviana Cáceres (20 años)