Si los logros de otros te sacan el sueño, tu forma de competir no es sana

Querer superarse cada día es una meta muy saludable. Ser competitivo y desear el primer lugar es algo bueno; sin embargo, cuando esas ganas de triunfar hacen que veas a tus amigos como rivales y busques tirarlos abajo a como dé lugar, deja de ser sano.

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¿Te imaginás que algo súper bueno te pase y cuando se lo cuentes a tu amigo, en vez de ponerse feliz, él sienta rencor? Muchas veces, los celos y la envidia se disfrazan de amistad para poder boicotear tus logros.

Ser el mejor alumno de la clase, el egresado con honores del colegio o el empleado del mes son metas que muchas personas se fijan y se esfuerzan por conseguirlas. Por otro lado, hay quienes sin mucho sacrificio obtienen estos reconocimientos.

Muchas personas, que se matan por tratar de ser siempre los destacados en todo, se quedan despiertas hasta altas horas en la noche estudiando para obtener el mayor puntaje en los exámenes. Algunas de ellas, si no consiguen el reconocimiento, se quedan con cierto rencor y rabia hacia quien les “quitó” su lugar.

Esto se puede convertir en un grave problema, ya que estas personas pueden sentirse realmente mal al no obtener el resultado esperado y, algunas, hasta son capaces de boicotear el progreso de sus rivales para conseguir sus objetivos.

Hay ciertas personas que no necesitan esforzarse tanto y no se preocupan demasiado por los resultados de las pruebas. Pero eso no quiere decir que no se dediquen, sino que simplemente no se estresan por alcanzar los puntajes más altos.

Muchas veces, la envidia hace que estas personas lleguen a usar máscaras para hacerte creer que son tus amigos y así conocer cada pequeño progreso tuyo. Es bueno querer ser mejor que los demás o destacarse siempre; lo malo llega cuando no podés conciliar el sueño pensando en la manera de sacar de tu camino a ese amigo que está llegando más lejos que vos.

Si viste la película “Coco”, seguro te sorprendió descubrir que Ernesto de la Cruz fue capaz de envenenar a su “mejor amigo” con tal de no quedarse sin las canciones que tanto éxito le daban. Igualmente, muchas personas son capaces de llegar a los extremos para conseguir sus objetivos.

Hay quienes sufren el síndrome de Solomon, que consiste en cambiar la forma de pensar y actuar dependiendo de los estándares grupales con el fin de no destacar y también ven con malos ojos el éxito ajeno. Este trastorno demuestra la realidad social que afecta a quienes consiguen sobresalir con talento nato.

La mejor competencia que se puede tener es con uno mismo, tratando de superar los obstáculos personales para luego ponerse metas más amplias. También debemos aprender a diferenciar la amistad de la careteada. ¡Cuidado!, no todo aquel que te sonríe es tu amigo.

Por Divina Alarcón (18 años)

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