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El racismo es la ideología que defiende la superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla aislada o separada del resto en una comunidad o un país. Actualmente, la discriminación racial ha disminuido, pero, durante la historia, la humanidad ha sufrido bastante por culpa de esta forma de intolerancia.
En la escuela, en el trabajo, en cualquier lugar del mundo, podemos escuchar y observar la manera en que la gente se burla de otra. Es increíble cómo algunos no entienden el daño que causan a las personas con simples frases racistas.
“Cerrá la ventanilla, viene un indio, seguro te va a robar” es una frase utilizada constantemente en el país para discriminar a estas personas. Asimismo, solemos escuchar casos en los cuales algunos negocios de venta de comidas se niegan a dejar entrar a indígenas en sus locales. Así demuestran que en nuestra sociedad todavía existen personas que juzgan a otras por su apariencia física.
Además de los trastornos psicológicos que sufren los afectados por el racismo, existen movimientos que actúan con violencia. Por ejemplo, quién no recuerda a Adolf Hitler, personaje criminal que pretendía crear un “mejor mundo” matando a millones de gentes inocentes.
Por su parte, en Estados Unidos, anteriormente existía un grupo criminal denominado Klu Klux Klan (KKK), que se encargaba de perseguir y matar a gente que tenía la piel negra, simplemente, por represalias a una guerra que perdieron ante los defensores de los derechos civiles de los afroestadounidenses. Esta agrupación, tristemente, dejó un legado que continúa con los actos discriminativos.
Quizás el racismo nunca tuvo tanta fuerza en nuestro país; sin embargo, hay algo que presenciamos todos los días: la discriminación a los indígenas por su apariencia personal. “Detesto el racismo, porque lo veo como algo barbárico, ya venga de un hombre negro o un hombre blanco”, decía el líder histórico contra la segregación racial en Sudáfrica, Nelson Mandela.
Por Joaquín Tandé (18 años)